¿Os imagináis a Luke Walton, entrenador de Los Ángeles Lakers, intentando cambiar algún detalle de la mecánica de tiro de Lebron James? ¿O a Massimiliano Allegri, entrenador de la Juventus de Turín, explicándole a Cristiano Ronaldo cómo debe pegar al balón en una falta al borde del área? No sé si será verdad o no, pero dicen que Rafael Benítez intentó algo de esto precisamente con Ronaldo en su última etapa en el Real Madrid y la verdad es que no le fue demasiado bien.

Cuando piensas que eres el más grande en el deporte, James y Ronaldo pueden ser ejemplos de deportistas que se autocatalogan así, parece que es característica común tener un ego por encima del bien y el mal. Son deportistas enormemente trabajadores, de eso no hay duda, pero no sé yo si admiten que un entrenador que está muy por debajo de ellos les pueda ayudar a mejorar. Admitir que un entrenador les diga que algo en su juego se puede mejorar de alguna manera es admitir que su juego no es perfecto, que ellos no son perfectos, que no son los más grandes.

Ahora mismo, mientras gastas unos minutos en leer esto, Rafa Nadal está disputando la final del Open de Australia, uno de los cuatro grandes torneos. Bueno, si te has levantado tarde lo mismo ya terminó el partido. Muchos entendidos han pensado que Rafa Nadal es uno de los mejores tenistas de la historia, pero que ya estaba en los años de su ocaso porque la edad y tantas lesiones medraban el juego de un tenista que basaba su tenis en el físico.

Pues bien, Nadal ha dejado mal a todos esos entendidos que vaticinaban que ya sería muy difícil verle disputando una final de uno de los grandes torneos. Y es que ha sorprendido su metamorfosis en el juego. Ahora intenta que los puntos sean más cortos para minimizar esfuerzos. Dicen que ha cambiado su forma de sacar, que ahora se agacha menos y que la pelota está más alta cuando golpea en el saque. Yo no tengo ni idea si eso es verdad pero sí es cierto que hace más puntos directos de saque. Ya no lucha por cada bola, si cree que no va a llegar a una pelota la deja marchar y piensa en el siguiente punto para ahorrar energía. En definitiva, ha hecho su juego más agresivo con el objetivo de hacer los partidos más cortos y que el tiempo en la pista sea el menor posible.

El resultado ha sido de sobresaliente. Y ahí esta en Melbourne disputando la final del primer grand slam de la temporada. Su entrenador, Carlos Moyá, fue un muy buen jugador en su época. Pero ni por asomo se puede acercar a lo que es su pupilo ahora. Moyá ha conseguido que un deportista de los más grandes acepte que cambiar detalles de su juego pueden hacerle ser mejor todavía de lo que ya es. Moyá ha logrado que un campeón con diecisiete grand slam a sus espaldas admita que puede mejorar ese juego que le llevó a ser un jugador histórico.

Esto solo se consigue si eres una persona normal a pesar de saber que eres una estrella para aceptar que tu juego no es perfecto, si no te sientes superior a tus entrenadores y les escuchas porque sabes que ellos pueden ayudarte, si tienes hambre por seguir ganando y no vives de lo que ya conseguiste.

Esa humildad, la capacidad de autocrítica para oír a los que te quieren ayudar, la ambición de querer más y no conformarte creo que son cualidades fundamentales para lograr ser el más grande. Son cualidades que se tienen cuando eres joven y sueñas con ser uno de los mejores, pero que quizás se olvidan cuando llegas a serlo. Creo que para considerarte uno de los mejores deportistas de la historia es fundamental no perder esas cualidades una vez que logras llegar a ese nivel. Es muy complicado que tu ego no te devore, que sigas siendo alguien normal, que todavía te ruborices cuando no paras de escuchar lo bueno que eres.

Por eso no es fácil ser de los mejores de la historia. Y por eso Rafa Nadal es uno de ellos, porque sin esas cualidades posiblemente sería imposible que hoy esté disputando la final en Australia. Es tan grande que da igual que gane o pierda el partido, él es un ejemplo a seguir por cualquiera que tenga ese sueño de ser el más grande, da igual el deporte al que te dediques.