Colocados en el anillo justo por encima de los "anfitriones" Ojos del Tigre, los más de cinco centenares de aficionados cajistas que quisieron estar con el equipo en la capital de España parecían mascullar lo que podía producirse casi desde el salto iunicial. Ese sempiterno fiasco que parece perseguir a los de Los Guindos cada vez que disputan una Copa del Rey en las últimas temporadas. Da igual que tengan cartel de víctima o de favorito, las muñecas se agarrotan y el carácter se encoje.

No se puede decir los tinerfeños no hubieran avisado ya, tanto dando la sorpresa la pasada temporada tras imponerse, también en cuartos a Valencia y en Liga con su victoria en el Martín Carpena. Tampoco engañaron en sus pretensiones desde el pitido inicial de mano de la batuta maestra de Rodrigo San Miguel. Desde lo alto del WiZink Center la animosa parroquia cajista intentaba trasladar sus ánimos a pesar de que el equipo les dió poca ocasión para el entusiasmo.

Solo los sones de la banda animaban un pabellón, al principio del encuentro un tanto desangelado, pero que cogió color copero a medida que se acercaba la segunda semifinal. Como siempre, muchos aficionados en sus casas sin entradas y cientos de sillas vacías en las primeras filas de Vip's que no llegan a tiempo o se entretienen con el catering del bar.

Un triple de Brusino ponía cuesta arriba el amago de remontada (77-63), sin que nadie diera la sensación de poner el carácter suficiente y también sin soluciones desde un banquillo, donde Luis Casimiro caminaba y caminaba sin encontrar explicación al porqué su equipo prácticamente no luchó un solo rebote en todo el encuentro. La grada verde, mientras, callada y con la mirada perdida.

La afición amarilla, sin embargo, celebrando al grito de "Sí se puede", lo que para ellos también era una sorpresa con solo mirar el marcador y la renta adquirida. Como colofón a la desgraciada tarde, la cara de contratiempo de Jaime Fernández, tocándose el muslo derecho por una lesión muscular que habrá que ver qué consecuencias tiene.

Un año más, las camisetas verdes habrá que meterlas en la maleta de manera anticipada y volver a esperar un año más y ya son...(desde el ya lejano título de 2005) para empezar a mirar con ilusión a la edición del año olímpico donde como anfitriones habrá que confiar en que cambie la "maldición" de la Copa del Rey.