El pasado fin de semana, paseando con mis hijos por calle Larios, pude explicarles parte de la historia más reciente de Málaga y el mundo mientras recorríamos la exposición «20 años de La Opinión». Como apasionados seguidores del baloncesto nos detuvimos frente a la portada que reflejaba la victoria de Unicaja en la ACB del 2006 ¡Cuánto talento recoge esa imagen! Un equipo inolvidable, todo calidad, lleno de ambición y carácter ganador formado por varios campeones del mundo y futuros integrantes de la NBA. Mis hijos me preguntaron por la final frente a Baskonia y el triple de Garbajosa, pero les conté que el momento más difícil en la lucha para alzarnos con el título tuvo lugar en la reñidísima semifinal que nos enfrentó al Joventut de Badalona.

La Penya había renacido cual «Ave Fénix» gracias a la llegada del nuevo presidente (el ilustre ex jugador Jordi Villacampa) y la vuelta de Aíto García Reneses, «hijo pródigo» del banquillo badalonés. Una apuesta basada en un gran núcleo de jugadores de la cantera junto a buenos extranjeros, dieron con la fórmula para volver a tener éxitos deportivos. Con el liderazgo de Aíto, maestro y sabio, el conjunto verdinegro se alzó con el trofeo de la FIBA Eurocup justo antes de convertirse en el rival más incómodo para el equipo de Scariolo.

Unicaja y Joventut se veían las caras por primera vez en unas semifinales ligueras tras superar con claridad sus respectivos duelos en cuartos de final. El pronóstico se decantaba hacia el lado del conjunto malagueño, que había terminado liderando la fase regular de la ACB por primera vez en su historia.

El fortín del Carpena parecía inconquistable para sus rivales, aún más si Garbajosa se encontraba tocado por los dioses. Un minuto mágico en el segundo encuentro (donde anotó dos triples, puso dos tapones y cogió un rebote) hizo que parte de la afición verde lo bautizara como el «Porno Player» ya que todo lo hacía obscenamente bien.

Con un contundente 2-0, la serie parecía abocada a una clara derrota del equipo catalán. Pero la sabiduría y experiencia de Aíto se demostró en el momento que supo optimizar sus propios recursos. En el Palau Olímpico nada le salió a derechas al cuadro dirigido por Sergio Scariolo. Ni la confianza ni la calidad de la plantilla fueron herramientas para que Unicaja tuviera argumentos frente al planteamiento defensivo del Joventut.

La clave de toda la estrategia se vio en los primeros segundos del tercer partido. Un incidente entre Archibald y Santiago en el salto inicial, con la rotura de las gafas del pívot puertorriqueño tras un codazo propinado por el jugador escocés, obligó a los cajistas a cambiar radicalmente su plan de partido. Santiago duró tres segundos en la pista y la planificación diseñada por el entrenador italiano se enredó en la maraña defensiva de Aíto. La «kryptonita» había surtido efecto.

Los dos partidos disputados en Badalona estuvieron cortados por el mismo patrón. Los jugadores de Aíto García Reneses salieron dispuestos a morder en defensa y llevar el encuentro a un ritmo de vértigo. La prioridad era anular las vías de anotación de Garbajosa, con el objetivo de colapsar el ataque malagueño. Presionar y correr, señas de identidad verdinegras, fueron las consignas de un equipo que quería dilatar el comienzo de las vacaciones.

El Unicaja regresó tocado pero no hundido al Carpena. Afortunadamente, el equipo malagueño consiguió reducir el impacto de la «kryptonita» verdinegra y, en un quinto partido inolvidable, el acierto de Marcus Brown (31 puntos) y Berni Rodríguez (19 puntos) fueron claves para superar al Joventut y al «juego sucio» del equipo de Aíto.

La peque columna

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@OrientaGaona