El fracaso se consumó este lunes por la noche, en Valencia, precisamente en el mismo y lugar y la misma pista donde el Unicaja se dio la última gran alegría de una última década en la que tan sólo un subcampeonato de Copa del Rey había alimentado las aspiraciones de grandeza del club. El Unicaja no jugará la próxima Euroliga 2019/20, el gran objetivo marcado al principio de curso. El Valencia Basket levantó anoche el título de la Eurocup al ganar al Alba Berlín (verdugo verde) por 89-63, que le da un billete directo para el mejor torneo del Viejo Continente.

Ganar la Eurocup da el derecho al campeón a disputar la próxima Euroliga, por lo que ya son cuatro clubes españoles los que estarán: los tres con Licencia A (Real Madrid, Baskonia y Barça Lassa) y el Valencia con la Licencia C. La normativa de la Euroliga impide que haya cinco clubes de un mismo país en su competición, por lo que el torneo anula la Licencia B de la Liga Endesa. Es decir, el campeón de la ACB no jugará la Euroliga. Y, por lo tanto, el Unicaja se queda sin ninguna opción de disputar el mejor torneo europeo.

No jugará el Unicaja la próxima Euroliga y eso implica haber fracasado en el cumplimiento del gran objetivo del presente curso. A nadie se le escapa que la Euroliga es el futuro, y más ahora, que gana fuerza y músculo, haciendo flaquear y dudar a la mismísima ACB, que ni siquiera puede dar ya a su campeón una plaza entre los mejores de Europa. El tren del futuro se llama Euroliga, en ampliación de 16 a 18 equipos, que jugarán una Liga semicerrada en la que no estará el club de Los Guindos.

Poco a poco, el Unicaja comienza a quedarse fuera de la gran fiesta del básket europeo. Y esa es la peor noticia de todas. Desde que se le revocó su Licencia A, se le apartó de la board de la competición y se le excluyó del selecto grupito de clubes españoles con poder, el Unicaja sólo tenía un único objetivo: regresar a la Euroliga. Lo logró la pasada temporada, cuando conquistó la Eurocup 2017. Este año no la ha jugado, porque no pudo ganarse la plaza en la ACB, algo que sí hizo el Herbalife Gran Canaria de Luis Casimiro. Por lo tanto, cuando arrancó este curso, la única meta era volver, más allá de luchar por los títulos en juego.

La Copa del Rey de Madrid 2019 fue un verdadero fiasco. Sin el lesionado Alberto Díaz, el Unicaja no fue capaz de plantar cara al Iberostar Tenerife, que le tiene tomada la medida, como ya había demostrado el Día de Reyes, infringiendo una dura derrota en el Carpena (61-78). Después llegó el nuevo encuentro en los cuartos de final del torneo del KO, donde el Unicaja no dio la talla y, además, perdió por el camino a Jaime Fernández, también por una lesión muscular, como las dos que sufrió antes Alberto. La derrota, en el estreno de la Copa, fue dura: 88-78.

Sin el corazón de Alberto y sin el talento de Jaime, el Unicaja fue capaz de asaltar Berlín en el primer encuentro de los cuartos de final de la Eurocup ante el Alba de Aíto (90-91). La fiesta en el Carpena estaba preparada. Ambientazo, confeti, charanga, expectación€ Pero el Unicaja no compareció: 81-101. Nunca había encajado el equipo tantos puntos en partido europeo en casa en toda su historia e hizo gala, en el peor momento, de su gran debilidad este curso: sus problemas defensivos.

Simplificar todos los problemas del Unicaja 2018/19 a las lesiones es exagerado y poco ilustrativo. Porque los malagueños, con todas esas bajas, ganaban en la recta final de tercer cuarto en Berlín por 51-64 y entró en los minutos finales arriba por 65-73. El equipo se colapsó ante la zona de Aíto y tiró a la basura la Eurocup, el billete a la Euroliga y buena parte de la temporada: 79-75. Decició el club no fichar, más allá de Ryan Boatright, y acertó a tenor de lo visto por el base americano. Suplir a Jaime o Alberto resultaba imposible.

El título del Valencia deja ahora al Unicaja tocado y herido de muerte, porque la temporada ya sólo puede arreglarlo un alegrón mayúsculo en la ACB. Es decir, tocar al menos la gran final. De poco valdría cumplir el expediente de llegar a play off y ahí ganarle al rival de turno, muy probablemente el Valencia. Y sabría a poco, siendo mucho, quedarte en semifinales, por mucho premio que sea, ya que lo hecho hasta ahora restaría valor al logro. Al Unicaja le queda ya sólo un gran triunfo en la ACB, plantarse en la gran final y competir ante el «grande» que tenga por delante. Sólo así le daría algo de brillo a una temporada en el que se suspendió en Copa y Eurocup, un curso en el que no se logró el ilusionante objetivo del pase a la Euroliga.

Con el equipo al completo, recuperados ya Alberto Díaz y Jaime Fernández, el entrenador, Luis Casimiro, y todos sus jugadores han de demostrar en los próximos ocho partidos que aún restan para la conclusión de la Fase Regular que hay equipo y que merecen la confianza que se les dio a comienzos de curso. Y que van a llegar en óptimas condiciones al play off. Porque al Unicaja sólo le queda la ACB. Que no es poco, pero que ya sabe a poco.