El Unicaja disputó este miércoles en Madrid su encuentro número 50 de la temporada 2018/19, de vuelta ya a la paz interna tras el terremoto que produjo la humillación en Valencia. Aquella derrota provocó un serio cisma en el seno del club, que se planteó realizar cambios drásticos antes de llegar al play off. La entidad se dio un plazo de dos partidos para revertir la situación, después de que el director deportivo, Carlos Jiménez. El equipo sacó adelante el encuentro ante el San Pablo Burgos (91-70) y también venció este miércoles ante el Movistar Estudiantes (72-80). Las aguas han vuelto a su cauce y este fin de semana, además, el equipo descansa. Así que toca reflexionar justo tras disputar el partido 50 del curso.

50 partidos, con 30 triunfos y 20 derrotas. Un inicio de vértigo, marcado por las victorias y el buen juego, que dio paso a mes de enero y febrero en el que se echaron por tierra los principales objetivos del curso. Y es que hubo un antes y un después en la temporada del Unicaja. Cuando el calendario y las dichosas «Ventanas FIBA» pararon la Liga Endesa el 24 de noviembre, el Unicaja era la envidia de la ACB, jugaba como los ángeles, divertía y hacía un baloncesto sensacional. Estaba como un tiro, daba gusto verle. En esos 18 partidos que jugó hasta el primer parón, el Unicaja, entre ACB y Eurocup, había ganado 15 partidos y perdió sólo tres. De hecho, es el mejor inicio en toda la historia del club.

Sin embargo, el parón provocó un trágico cambio de registro. El Unicaja mutó, en esos 14 días sin partidos, en un equipo diferente. Se acentuaron sus debilidades en defensa y rebote, y comenzó a perder esa chispa que había exhibido, liderado por un genial Jaime Fernández. El Unicaja, a partir de ahí, acumuló deméritos, y también sufrió un grave problema de lesiones. Alberto Díaz cayó hasta en dos ocasiones, le siguió Carlos Suárez y después, el propio Jaime. La columna vertebral verde se hizo añicos y el Unicaja llegó al mes más importante del curso (febrero) en plena cuesta abajo. El Tenerife le eliminó en los cuartos de final de la Copa del Rey el 14 de febrero. Y un par de semanas después, el equipo también quedó apeado en la Eurocup a manos del Alba Berlín.

A partir de ahí, el Unicaja ha sufrido muchísimo para encontrar el equilibrio. Ha mezclado buenos con malos partidos. Ha sido muy fuerte en el Carpena y demasiado endeble a domicilio, hasta el punto de enganchar siete derrotas consecutivas en la ACB, racha que se cortó ante el Estudiantes hace unos días.

Precisamente en el Wizink Center de Madrid, el equipo cajista disputó su partido número 50 en esta campaña. Una cifra redonda, en la que los hombres de Luis Casimiro Palomo han firmado 30 triunfos y 20 derrotas.

Se ve claramente en el acumulado esa diferencia entre jugar en casa y fuera. Es abrumador el dato. El Unicaja ha disputado en el Palacio de los Deportes Martín Carpena. A domicilio, el equipo ha jugado 26 choques, con sólo 10 triunfos y 16 tropiezos. Urge ser más sólidos fuera de Málaga.

El juego del Unicaja le ha llevado a anotar con facilidad, pero a recibir demasiados puntos también. El promedio a favor de los verdes es de 84,32 puntos por encuentro, mientras que recibe 82,02. Está siendo el gran problema de los malagueños, sus problemas atrás. Es cierto que en el último mes y medio se ha subido el nivel, pero de nuevo volvieron los problemas ante el Breogán (83 puntos recibidos) en Lugo y Valencia (96). Y es que alguno se fue de vacaciones antes de cuenta, cuando aún falta Fase Regular y se ha perdido de vista un nuevo objetivo, ser cuartos en la ACB.

El equipo se quedó sin plaza para la próxima Euroliga y ahora debe competir por escalar lo máximo posible en los play off, para tratar de adecentar el curso en este sprint final.