50 minutos apasionantes le dieron al Unicaja un ascenso a Liga Femenina-2 que tuvo perdido hasta en dos ocasiones en un fin de semana de locura y vértigo. El sábado, cuando caía 58-63 a 1:08 del final ante el Adareva canario, ya tuvo que hacer magia para meterse en el partido, retomar la ventaja y ganar a las canarias (66-63). Y este domingo en Los Guindos, en el derbi malagueño ante el CAB Estepona, un rival mayúsculo, disciplinado y que esperó su oportunidad, tuvo que disputar dos prórrogas y vivir un final de locura para perder su primer partido de toda la temporada (88-87) pero lograr el ascenso gracias al average entre las tres.

El Unicaja llegaba a este ya histórico 19 de mayo tras haber ganado los 20 partidos de la Fase Regular, y solventar 2-0 y 2-0 sus play off de octavos y cuartos de final. Ganó las semifinales y la final de la Final Four de Estepona. Y sacó adelante su partido del viernes de esta fase final ante Sevilla (71-43) y ante Adareva (66-63) tras una increíble remontada. 29 partidos después, el Unicaja cayó. Pero fue la derrota más dulce que se recuerda en Los Guindos. Porque las cuentas decían que al Unicaja le valía con perder por uno o por dos puntos. Y eso fue lo que ocurrió. El 88-87, con tiros libres verdes a un segundo del final, empujó al equipo cajista a Liga Femenina-2, donde el CAB Estepona estuvo durante unos minutos vibrantes finales. Debía ganar el cuadro esteponero por al menos seis puntos. Y lo rozó con los dedos en la segunda prórroga (82-77 en los dos últimos minutos).

Fue un partido de locura, de grandísimo acierto al principio y de errores, cansancio y presión después. Lo tuvo ganado el Unicaja. Lo tuvo ganado el CAB Estepona. Hubo momentos de subidón y de bajón. De errores grotescos en la dirección de partido. De fallitos arbitrales. Hubo todo lo que puede tener un partido de baloncesto.

Y finalmente fue el Unicaja el que se llevó el ascenso. Como bien se lo pudo haber llevado el Estepona. E incluso el propio Adareva tinerfeño. Y fue el Unicaja el que vio recompensada la apuesta que hace dos años decidió hacer por el básket femenino. La pasada temporada se quedó en esta fase final, superado por otro equipo malagueño, el Asisa Alhaurín de la Torre. Y esta vez la moneda salió cara. Para alegría de toda la familia verde, que celebró el hito como se merecía.

El partido fue una montaña rusa de emociones, marcado por el tremendo acierto del primer cuarto, en el que las cartas quedaron muy claras. El duelo de bases entre Angel Robinson y Michelle Mingo fue sensacional. Robinson acabó al grito de «MVP, MVP» por su tremenda exhibición: 31 puntos, 9 rebotes y 35 de valoración. Mingo acabó exhausta con 29 puntos y 7 rebotes. Pero Mingo sólo encontró la ayuda necesaria en toda gran final de Ruth Sherrill (27 puntos y 13 rebotes para ella), muy desaprovechada al final. Y de una Lucía Méndez que se hizo esperar pero que anotó tres triples en la última prórroga, que provocó la taquicardia de toda la parroquia verde.

En el Unicaja de Lorena Aranda fueron apareciendo diversas jugadores para dar minutos de calidad. La joven internacional cadete Ana Jiménez tuvo una buena racha. La doctora Marta García dio puntos y rebotes. Claudia Alonso fue un espectáculo bajo los aros (15 puntos y 8 rebotes) y Vero Matoso demostró por qué había venido a Málaga. Sin alardes, con un trabajo arduo, la canaria se fue a 15 puntos y 20 rebotes en un recital al que se apuntó Gemita García. La base malagueña jugó coja. Literalmente. Su rodilla hizo crack en el encuentro ante Adareva. Jugó lesionada y se esforzó para guiar al equipo durante 50 minutos sin descanso. Suyo fue un triple decisivo. Suyo fue ese error en la personal, al anotar un tiro cuando debió fallarlo. «Tiré a fallar pero entró», confesó después la paleña. Supo estar y supo dar en un derroche memorable. Impresionante su trabajo.

El partido fue del Unicaja en buena parte del choque, con una máxima de 34-44. Pero en ese momento, Estepona se refugió en una zona que le había dado resultados muy positivos antes al Unicaja, y logró remachar la desventaja para colocarse 56-55 arriba. A partir de ahí, comenzó a pesar el cansancio de haber disputado tres partidos en tres días. Y a eso se le sumó la presión. 66-63 ganaba Estpeona a 1:23 del final. Un resultado que le hubiera dado el ascenso a Adareva, que había jugado y ganado antes a Sevilla (86-49).

Las cuentas decían que el Unicaja subía si ganaba o perdía por uno o dos puntos. Estepona debía vencer por seis o más puntos. Y el intervalo de los tres, cuatro y cinco puntos eran las tinerfeñas las grandes beneficiadas. Así que la alegría iba de Málaga a Estepona y de allí a Santa Cruz de Tenerife.

Robinson estuvo imperial desde el tiro libre y el Unicaja pasó a ganar 56-61. Tenía el partido en el bote, pero era un choque de locos, ya lo hemos dicho. Estepona se puso tres arriba: 66-63. La Liga Femenina-2 pasaba de largo por Málaga hasta que Gemita García enchufó un triplazo en un día aciago en el tiro para ella. El Unicaja le dio la vuelta (66-68) y Mingo firmó la igualada: 68-68.

Era lo mejor que podía pasarle a Estepona, porque al equipo de Juan Baraza sólo le valía ganar por seis o más puntos. Y de nuevo hubo un cúmulo de sensaciones en Los Guindos. De errores, de aciertos, de cansancio, de vértigo... El intercambio de canastas llevó el encuentro a 73-72 para Estepona. Y Gema fue a la personal. La orden era fallar los dos tiros libres. La malagueña falló el primero. Al Unicaja le valía perder por uno. El segundo, sin embargo, fue dentro. Ella no quería, pero el destino es caprichoso. Con cara de tontos, el partido se fue a una segunda prórroga.

Y ahí emergió Lucía Méndez. Fue un espectáculo su racha desde el perímetro. Uno, dos y tres «bombas» anotó. Estepona tocó con los dedos el ascenso: 82-77. El baloncesto no podía ser tan cruel con el Unicaja. Hace un año mordió el polvo en el mismo escenario y en idéntica situación. Y de nuevo las mismas caras se vieron por unos instantes en Los Guindos. El problema es que los cinco puntos ni hacían felices a las esteponeras ni a las malagueñas. Vero Matoso no falló en la personal y Robinson metió al Unicaja donde le interesaba: 82-81. Sherrill tampoco falló desde la personal: 84-81. En la distancia, Adareva se frotaba las manos.

En el carrusel de tiros libres, Estepona comprobó que su tope era un 86-83. No le era suficiente. Y ahí ya no sé qué decirles. Si Estepona decidió que fuera el Unicaja el que subiera o fue Vero Matoso la más lita de la clase. Lo cierto es que la ala-pívot se fabricó una falta personal que el árbitro tardó medio segundo en sancionar. Sólo tenía que anotar un tiro libre porque faltaba un segundo y medio. No falló. Entró el primero y el segundo. El Unicaja perdió 88-87. Era su primera derrota de toda la temporada, pero valía un ascenso. Un premio al gran trabajo de toda una temporada. La Liga Femenina-2 espera al Unicaja.