La incorporación de Rubén Guerrero ha supuesto un chute de ilusión para toda la marea verde. Fuerza, envergadura y talento, Guerrero encarna el proyecto de futuro de un nuevo Unicaja, con mayor presencia española dentro de la plantilla. Su incorporación a estas alturas de la temporada es un ejemplo más del cambio sufrido en el mercado de fichajes del baloncesto nacional en las últimas décadas.

Hasta los años 90, las plantillas solían ser estables, formadas por un núcleo duro de jugadores locales, donde los extranjeros llegaban a identificarse con club y afición. Todo ello se transformó de la noche a la mañana a raíz del terremoto provocado por la «Ley Bosman» con la apertura de fronteras y modificaciones radicales en el marco de la contratación. Desde ese momento, los equipos españoles iniciaron un nuevo rumbo que les llevó a copiar las prácticas habituales del modelo NBA donde muchos profesionales, a través de contratos temporales, pasan por varios equipos en una misma temporada hasta alcanzar la oportunidad de disponer de una ficha garantizada.

En Málaga hemos tenido la suerte de disfrutar con varios «temporeros» que, tras llegar en la recta final de la competición, consiguieron dejar una huella imborrable en la memoria de la afición malagueña. ¿Quién no recuerda a Louis «Sweet» Bullock? El talentoso escolta americano fue la apuesta de Boza Maljkovic a finales de la temporada 2001/02 para cubrir la baja por lesión de Mous Sonko. Procedente de la Lega italiana, Bullock demostró en seguida que estaba perfectamente capacitado para erigirse en el líder del juego ofensivo de Unicaja. Llegó y triunfó, guiándonos hasta la final de la ACB contra el Taugrés, erigiéndose en la mejor amenaza anotadora del club de los Guindos en las dos siguientes temporadas.

Cinco años después llegó otro temporero de calidad de la mano de Sergio Scariolo. Después de una temporada marcada por la ingente cantidad de lesiones sufrida por la plantilla cajista, la baja de Dani Santiago fue cubierta con la incorporación de Boniface Ndong. El entrenador italiano encontró su «mirlo blanco» en las filas del Spartak de San Petersburgo. Pívot de origen senegalés con pasaporte alemán y experiencia NBA, el bueno de Boni superó todas las expectativas en las dos temporadas que jugó en Málaga. Intimidación, eficacia, contundencia y gran capacidad defensiva, Ndong se hizo un respetado y codiciado nombre en Europa, ganando todos los títulos posibles en las filas del Barça. Actualmente sigue impartiendo su maestría como entrenador en Unicaja y seguro será un fantástico modelo para la adaptación de Rubén Guerrero a la liga española.

La eterna frase de Julio César («Veni, vidi, vici») describe perfectamente al tercer jugador que hoy quiero recordar. Christian Eyenga llegó con el tiempo justo para debutar en cuartos de final ante el Tenerife de Vidorreta y tuvo un impacto brutal en el equipo. Ocupando la ficha del lesionado «King Kong» Waczynski, el alero congoleño dio el empuje decisivo para superar al conjunto isleño. Su espectacularidad y entrega enloquecieron al Carpena, gracias a los 21 puntos y 22 de valoración que consiguió en su debut. No tuvo continuidad, pero en los escasos seis partidos que jugó con la camiseta verde, Eyenga rompió todos los tópicos que rodean al temporero.

Estos tres grandes jugadores dejan claro que el compromiso y la calidad son los principales argumentos para identificar a un profesional de categoría. Pensando en este trío de inolvidables temporeros, tengo el convencimiento que Rubén «Gigante» Guerrero nos dará muchas alegrías a la afición malagueña.

LA PEQUE - COLUMNA

¿Sabías que Rubén Guerrero es el padrino honorífico del Club Baloncesto Platero de Marbella?