Este domingo acaba el camino. Pero la vida sigue. Pone el Unicaja el punto final a la Fase Regular de la ACB. Jornadas, semanas y meses de trabajo, partidos, tensión, rutina y un quinto puesto como recompensa. Ahora acaba todo eso. Parece que ha pasado toda una vida pero se trata de sólo un periplo que da paso a nuevas vivencias, a estímulos diferentes, a realidades contrapuestas. Llega luego el play off, ante el Valencia Básket. Y vendrá casi sin avisar, sin tiempo de análisis y con la perspectiva y el sabor de boca que deje lo que ocurra este domingo al mediodía en el Martín Carpena frente al MoraBanc Andorra, en la jornada 34.

Volver a ser felices en el Palacio dependerá de lo que pase ahora. Lo hemos sido, y mucho, en todos estos años. También hubo momentos malos. Pero eso se olvida rápido y lo que le toca a este grupo encabezado por Luis Casimiro Palomo es reescribir su historia y hacer su camino. Sus capítulos felices. Lo que, cuando pasen 20 años, sigamos recordando. Estuvo genial eso de ganarle al Madrid con un triple de Jaime sobre la bocina en la prórroga y ese arranque de temporada desmelenado. Pero, seamos francos, eso sirve de poco. Ahora es cuando comienzan a asarse las castañas y ahora es cuando, con el equipo de nuevo casi al completo salvo por la baja de Sasu Salin, se va a medir por última vez la capacidad de este grupo.

Un equipo que ilusionó para dar paso luego a una etapa de reveses, lesiones y golpes bajos. Así que aún está a tiempo este grupo de ponerle un final digno y brillante a una temporada que, a día de hoy, defrauda. Así que urge mantener la buena línea marcada en las últimas semanas, con el aliciente de Rubén Guerrero, que ha sido dado de alta por el lesionado Sasu Salin, y que hoy podría debutar tras firmar por dos temporadas más ésta con el club.

El MoraBanc Andorra viene jugándose una plaza de play off. El Unicaja ya sabe que acabará quinto y se las verá con el Valencia en cuartos de final. Ojo a Moussa Diagne, que gusta en Los Guindos.

La temporada no acaba este domingo. Al revés, queda lo mejor. Lo vivido, bueno o malo, ya no servirá de nada. Es tiempo de agradecer, admitir errores, expiar culpas, empezar de cero y escribir la historia propia. De la mejor forma posible. Como en la vida misma.