El Martín Carpena estuvo a la altura de la cita pese a la derrota del equipo en los últimos minutos de partido. Desde las horas previas ya se respiraba ambiente en los alrededores del Palacio de los Deportes por la paella organizada por el club en el bar de las instalaciones y posteriormente eso se tradujo en un aliento voraz para los jugadores durante las casi dos horas de partido.

El feudo cajista no llegó a colgar el cartel de "No hay billetes" pero el aspecto de las gradas era casi inmejorable. Desde minutos antes del inicio del choque, cuando la charanga hizo acto de presencia, ya se notó el rugir de una afición que esperaba celebrar una auténtica fiesta, aunque finalmente el Valencia la acabó aguando, llevándose el partido y alargando la eliminatoria hasta el martes, para el tercer y último encuentro de la serie.

La afición verde estuvo de diez. Fue el sostén del equipo en sus peores momentos del choque y luego lo llevó en volandas a culminar una impresionante remontada que al final no se tradujo en victoria. La hinchada no dejó de animar ni cuando el equipo amagó romperse y el Valencia mandaba por 16 puntos en el segundo cuarto. Siguió alentando a los suyos y fue vital en esos minutos donde los de Luis Casimiro fueron limando diferencias y llegaron a ponerse 5 arriba. Al final, pese al tropiezo, el público se marchó orgulloso de los suyos y con la esperanza de repetir la hazaña del pasado viernes y volver a ganar en La Fonteta para lograr el pase a semifinales. Fiesta sin final feliz, no pudo ser, así es el deporte.