Sábado, 28 de septiembre. El Unicaja pierde 80-88 en la segunda jornada de la Liga Endesa contra el Iberostar Tenerife en el Martín Carpena. La afición despide a los suyos con aplausos (la mayoría), pero se oyen también muchos pitos. Las redes sociales en las horas siguientes al partido «arden». Que si la plantilla está mal construida, que si los nuevos fichajes son todos muy malos, que si el equipo no juega a nada, que si el entrenador no vale para esto...

Ha pasado desde aquella noche poco más de un mes y la realidad cajista, tras seis victorias seguidas, tres en Liga y tres en Eurocup, tiene muy poco que ver con la de aquel último fin de semana del mes pasado.

Era muy evidente, entonces, que el Unicaja estaba cogido con alfileres después de una pretemporada cargada de complicaciones, con muchos fichajes (demasiados) en el mercado estival, con cinco «novatos» en la Liga Endesa y con cuatro mundialistas que llegaron con el tiempo justo para empezar la temporada regular.

El cambio radical que ha dado el equipo en estas últimas semanas ha llegado por varios motivos, pero principalmente por su paso al frente en defensa. De hecho, el equipo de Luis Casimiro está en mitad de la tabla de las estadísticas en casi todos los departamentos del juego salvo en dos en los que ocupa el top 5. Y es que es el tercer equipo que menos puntos encaja de toda la Liga (solo por detrás de Real Madrid y del sorprendente Casademont Zaragoza) y es el quinto que más balones recupera. Justo las dos estadísticas (defensa y robos) en los que el trabajo atrás de los jugadores es el gran protagonista

Para entender el cambio radical que ha dado el equipo en los últimos partidos basta un dato: En las dos primeras jornadas de Liga, el Unicaja encajó una media de 83.5 puntos por partido. Le metió 79 el Baxi Manresa en el estreno liguero y 88 el Iberostar en la jornada 2. En estas tres siguientes (visitas complicadísimas a Vitoria y a Valencia, además de partido en casa contra el Joventut) la media es de solo 68.3 puntos encajados. ¡¡15 menos!!

El presidente del club, la dirección deportiva y Casimiro apostaron el pasado verano por dar un giro de 180 grados en la filosofía de juego cajista respecto al pasado curso, que fue el primero del técnico manchego al frente del banquillo verde.

La pasada campaña, el Unicaja era un equipo muy anotador, con mucho talento ofensivo en varios de sus jugadores, pero al que le costaba mucho sufrir en defensa y rebotear. La falta de centímetros y, sobre todo, de músculo, es lo que se quiso paliar este pasado mercado estival con la llegada de portentos atléticos como Josh Adams, Melvin Ejim, Axel Toupane o Frank Elegar, por poner los cuatro ejemplos más evidentes.

Dicho y hecho. El nuevo Unicaja, tras cinco jornadas ligueras, ya empieza a mostrar destellos de esa nueva filosofía con la que ha sido reconstruido este último verano. Es el decimocuarto ataque de la Liga, solo anota una media de 76.6 puntos, muy lejos de los ¡¡89.8!! que promediaba a estas alturas de temporada hace ahora un año en la Liga Endesa 2018/2019, pero lleva tres victorias seguidas a base de defender, de robar balones y de ahogar a sus rivales con su imponente físico.

Queda mucho trabajo por delante. Muchísimos partidos para buscar los objetivos planteados en pretemporada. Lo bueno es que el equipo parece cada día más convencido de lo que quiere y cómo lo quiere conseguir. Los jugadores van asumiendo sus respectivos roles al ritmo marcado por una victoria tras otra. De momento van 6 seguidas. Mañana, en Oldemburgo, el Unicaja buscará la séptima en una nueva jornada europea.