El Unicaja es un equipo que no tiene explicación. Es irracional en sí mismo. Su partido de este martes en Estambul es incomprensible, imposible de definir. Un despiporre. Un ejercicio de locura extrema que desembocó en la seguda derrota de la temporada continental y en la pérdida del basket average ante un Galatasaray que se queda ahora a tiro de una victoria de los verdes, con dos jornadas más por jugarse de esta liguilla.

La derrota (y las formas) alimentan un poquito más las dudas sobre el equipo de estas últimas semanas. No meter ni una sola canasta en todo el tercer cuarto (solo 8 tiros libres), encajar un parcial de 37-7 y perder una ventaja de +16 (20-36) entre el esprint final del primer tiempo y el final del tercer cuarto no tiene justificación posible.

Es verdad que no es un traspié excesivamente serio en la Eurocup porque los verdes siguen dependiendo de sí mismos para acabar en lo más alto de la clasificación al final de la liguilla. A expensas de lo que pase en el Oldenburg-Trento de este miércoles por la tarde (20 horas), el equipo es líder en solitario, con una victoria de ventaja sobre el Galatasaray y dos (que este miércoles puede ser solo una) frente a los alemanes. La próxima jornada hay un Unicaja-Oldenburg que puede ser definitivo para dejar a los germanos por detrás en la tabla a falta de solo una jornada más. Pero todavía serán una amenaza los de Estambul si ellos no fallan el resto de la liguilla (Buducnost-Galatasaray y Galatasaray-Asseco Arka Gdynia). Es la pena que hay que pagar por haber perdido por más de 6 puntos y ceder el average particular con ellos.

Lo que estaba en juego en Estambul era convertir las dos últimas entregas de la liguilla en sendos trámites. Y eso ya no es posible después del simulacro de partido que jugaron ayer los de Casimiro en los 40 minutos más surrealistas de los últimos tiempos.

El equipo volvió a mostrar una mala cara en Turquía. Después de 16 minutos maravillosos (20-36) llegó un apagón histórico. Y es que en el momento en el que el rival les aprieta un poco, el Unicaja se viene abajo y entra en fase REM. Es verdad que tienen fe para no tirar la toalla (ayer en el último cuarto hasta metieron miedo al rival con una remontada imposible), pero también es cierto que les falta regularidad, contundencia en su baloncesto, mucho talento ofensivo y saber sufrir cuando vienen mal dadas.

El Galatasaray es un buen equipo. Tiene buenos tiradores y gente grande en la zona que amenaza siempre al rival. Pero ayer estaban muertos con ese 20-36 y fue el propio Unicaja el que los revivió. Ni más ni menos.

Y es que el equipo de Luis Casimiro fue un ciclón hasta que quedaban cuatro minutos para el descanso. El equipo bordó el baloncesto, pasó por encima del rival y convirtió al Galatasaray en poco más que un juguete roto en manos de los verdes. Los de Casimiro, con una defensa espectacular, con un dominio en el rebote abrumador y con un acierto ofensivo de otra época, se marcaron un 20-36 tan inesperado como merecido. 16 arriba en el Sinan Erdem Dome de Estambul. ¡Casi nada!

Un tiempo muerto de Erdogan cambió la dinámica por completo del partido. Los otomanos volvieron a la pista mucho más intensos, con más paciencia para buscar la mejor opción en ataque, con más actitud para rebotear y con más hambre. Arar debajo del aro y Arslam en el perímetro vieron la canasta verde como una piscina olímpica y el partido se equilibró hasta el 34-39 del descanso.

El inicio del tercer cuarto fue tan descorazonador como los minutos anteriores al intermedio. El Unicaja fue un desastre en ataque, sin ninguna idea, perdido en pases que no generaban ninguna ventaja... El Galatasaray aprovechó para ponerse por delante, 45-41. La herida siguió abierta y creciendo. El Galatasaray se fue de 10, de 12 y de 14, 57-43, firmando un parcial sonrojante desde mitad del segundo cuarto de 37-7 en contra. El partido alcanzó el minuto 30 con la máxima desventaja para los de Los Guindos: 67-47, tras anotar solo 8 tiros libres en todo el tercer cuarto.

El Unicaja tiró de orgullo en los 10 minutos finales para a base de los triples de Waczynski colocarse a 7, metiendo el miedo en el cuerpo a un rival que sí supo capear el temporal y aguantar el tipo para sumar el triunfo y ganar el average.