El «efecto Brizuela», el mejor partido de la temporada de Jaime Fernández y un Carpena en modo «on» cuando más falta hacía obraron este sábado el milagro de remontar un partido que mediado el tercer cuarto el Unicaja lo tenía perdido, con el 42-54 a favor del Herbalife Gran Canaria, pero que tuvo fe y suerte para darle la vuelta a tiempo.

Es curioso que en el año que se ha apostado por el músculo y por el físico, fueros los tres pequeños nacionales (Alberto, Jaime y el recién llegado Brizuela), justo los que pasan inadvertidos por la calle porque ni son excesivamente altos ni tampoco parecen el muñeco de Michelin, los que supieron leer el partido y «matar» al rival con sus puntos y su talento. ¡¡Ay, ay ay!! la sangre española, qué necesaria es y qué poco se valora a veces...

Por cierto, este partido pasará a la historia también porque los árbitros descalificaron del partido a Carlos Suárez. Sí, sí, a Carlos Suárez. A ese jugador, con mucho carácter en la pista, es cierto, pero que nunca se mete en líos, que rara vez protesta y que si lo hace es con máxima educación. Pues ése, el «capi», vio el final del partido en el vestuario. Es la segunda vez en toda su carrera que le echan los árbitros, tras otra incomprensible en el OAKA de Atenas, hace un par de temporadas. Fue una expulsión injusta e innecesaria por parte del trío "lalalá". Ellos sabrán...

Mención especial también en esta noche sabatina para el Carpena. La grada dejó claro desde la rueda de calentamiento que está necesitada de nuevos ídolos. La llegada de Darío Brizuela esta semana ha significado una bocanada de aire fresco para la «marea verde». Cuando el escolta vasco se erigió en protagonista, en el tercer cuarto, Brizuela provocó el delirio en lo que, por cierto, fue el principio del fin para el «Granca».

De los árbitros no voy a decir nada. Se pasaron el partido viendo la tele. Entre los tres fueron incapaces de arbitrar tres jugadas seguidas sin ir a ver las «repes». Creo que, a su manera, también fueron claves para el triunfo verde porque desesperaron al equipo y al Carpena, despertando con su manifiesta incompetencia a la «bestia verde».

El triunfo cajista permite a los cajistas equilibrar su récord de victorias y derrotas. El 6-6 no le va a permitir todavía recuperar este fin de semana una plaza entre los 8 primeros, pero al menos sí le vale para recuperar algo de terreno.

La victoria está muy bien porque era muy necesaria, pero no debe servir para ocultar los problemas que todavía son evidentes en el juego del equipo. Brizuela ayudará mucho en el perímetro y aportará esos puntos que tanto está costando anotar estos primeros meses de competición, pero con Brizuela no mejora la circulación de balón ni mejora el juego de bloqueo y continuación con los pívots ni la dirección en la pista. Para eso se necesita «algo» más que a Darío Brizuela. Prefiero escribirlo hoy después de ganar, que otro día que se pierda y sea más evidente para todos.

El partido empezó de cara. Los verdes anotaron con fluidez en los primeros 10 minutos y el Unicaja dominó el marcador, que al final del primer cuarto era de 22-19 para los de Luis Casimiro, ya con Brizuela sobre el campo, pero con más voluntad que acierto en sus primeros minutos como cajista.

En el segundo cuarto aparecieron los problemas de cada día. Los tiros empezaron a no entrar y la ansiedad se apoderó de los jugadores. El Herbalife castigó esos minutos de dudas de los verdes con un parcial de 3-16, motivado también por varios rebotes ofensivos que les permitieron segundas y hasta terceras opciones. Tras una máxima de 11, 30-41, el partido alcanzó el descanso con +9 para ellos, 34-43.

El tercer cuarto tuvo de todo. Sobre todo a partir de que el Herbalife puso la máxima en el marcador, 42-54 mediado este penúltimo periodo. Entonces, Casimiro apostó por los «pequeños» y emergió el «efecto Brizuela». El vasco anotó 7 puntos casi seguidos, que unidos a un triple de Jaime Fernández pusiero el 52-54 provocando el delirio en la grada del Carpena. El rival aguantó como pudo al final del tercer parcial, 57-60. Pero el equipo estaba ya desatado. Se puso por delante a 6:25 del bocinazo final, 65-64, y a partir de ahí ya mandó siempre al ritmo de Jaime y Alberto. Adams hizo un mate estratosférico que hizo temblar el Carpena y un rebote en ataque de Gerun, con 75-73 y 26 segundos por jugarse, sentenció la suerte del partido.

¿Borrón y cuenta nueva? Solo el tiempo lo dirá. De momento, a disfrutarlo. I love this game.