Una racha majestuosa del Unicaja en el tercer cuarto, cuando peor estaban las cosas, 45-54, liderada por Alberto Díaz, sangre, corazón y alma de este equipo, sirvió para remontar un partido de cuartos de final copero ante el Casademont Zaragoza que amenazaba ruina y que acabó siendo una fiesta verde y morada en un Carpena abarrotado, que vio a su equipo, cinco años después, otra vez rumbo a las semifinales de una Copa del Rey.

Era un día grande. Marcado en rojo en el calendario desde que hace ya más de un año se supo que la Copa de 2020 venía otra vez al Martín Carpena. Lo sabían los directivos, el cuerpo técnico, la plantilla y hasta esa parte de la afición que en las últimas semanas había renegado de los suyos, pero que ha enterrado esta semana el hacha de guerra para sumar esfuerzos rumbo de, por ahora, las semifinales.

El Unicaja no podía fallar otra vez. Hubiera sido insoportable otro fiasco. El equipo se apartó de la irregularidad de otros días. Esta vez fue un equipo serio, comprometido, con capacidad de sufrimiento del minuto 0 al 41 y demostró que sin un interior un poco más determinante (aunque con Rubén Guerrero cada vez hace menos falta) y otro base más director para echar una mano, también se pueden ganar partidos importantes e incluso luchar por los títulos.

El Casademont Zaragoza estuvo excelso. Sobre todo Seeley fue un quebradero de cabeza. Su tercera falta personal en el tercer cuarto fue clave, porque con él en pista el Unicaja sufrió de lo lindo. Pero no fue solo el escolta americano, el cuadro maño demostró en el Carpena por qué es el equipo revelación de esta Liga. Bravo por ellos, a pesar de su eliminación.

El Carpena ayudó de lo lindo a los de Casimiro. La «marea verde» empujó como en las grandes noches, ganó adeptos entre algunas de las aficiones rivales y el Unicaja se pudo sentir como «en casa», por mucho que el «disfraz» que se ha puesto el Palacio para estos días de Copa y también de Carnaval haga que la habitual «casa» del Unicaja esté casi irreconocible.

El partido tuvo de todo: emoción, drama, épica... y éxtasis final. El Zaragoza entró mejor en el partido. Con un Seeley muy entonado desde el salto inicial (9 puntos), el sempiterno CAI, ahora Casademont, mandó los diez primeros minutos, aunque con ventajas mínimas. Adams fue el más entonado de los de Casimiro en esos primeros minutos, con 8 puntos. El partido alcanzó el minuto 10 con 18-23 para los rojos.

Un buen arranque verde en el segundo cuarto permitió al Unicaja colocarse por delante por primera vez, 33-31. Pero un espectacular acierto desde el 6.75 de los maños, con Seeley en estado de gracia, volvió a poner con +5 a los del Zaragoza, 37-42. El partido llegó al descanso con +7 para los de Porfi Fisac, 41-48. Demasiado castigo para lo visto sobre el parqué en esos primeros 20 minutos.

La vuelta del descanso fue descorazonadora. El Unicaja no encontró el ritmo de partido necesario y el Zaragoza se fue de 9, 45-54. Alberto se echó entonces el equipo a la espalda para liderar un parcial de 10-0 que dio la vuelta al marcador, 55-54. Los mejores minutos de Brizuela, enchufadísimo, hicieron el resto para que el Carpena enloqueciera al llegar el minuto 30, 69-63.

Jaime se unió a la fiesta en el arranque del último cuarto, Casimiro apostó por su quinteto nacional en pista y los verdes se fueron de 9, 83-74. Seeley vuelve al campo con 9 puntos casi seguidos para equilbrar el marcador a 4 del final, 83-80. Pero entonces el Unicaja supo sufrir atrás, aguantar el tipo y "matar" el partido con un robo de Thompson con canasta.

Y ahora, ¿qué? Pues este sábado noche, desde las 21 horas, semifinal contra el MoraBanc Andorra, verdugo del Iberostar en el otro cuarto de final del día. Será otra «guerra» cuerpo a cuerpo de 40 minutos en busca de una plaza en la finalísima del domingo. Si lo de cuartos ha sido grandioso, lo de las «semis» puede ser apoteósico. Paso a paso. El primer «buchito» copero está dado. A por el segundo. ¡¡¡Vamossss!!!