Sin sufrir ni un poquito. Poniendo sobre la pista sangre, corazón y alma desde el mismo salto inicial. Echándole huevos (lo siento, pero es la única manera de explicarlo). Así logró el Unicaja colarse con autoridad este sábado noche en la finalísima copera de Málaga 2020, una cita que empezaron ocho aspirantes y en la que ya solo quedan vivos los verdes y el Real Madrid, su rival este domingo tarde en busca de la gloria copera (18.30 horas).

El Unicaja jugará este domingo la tercera final de Copa de su historia. Una magnífica noticia para un club, una afición y una entidad volcada con el básket, pero que ha vivido unos últimos años con contadas alegrías y, sobre todo, unas últimas semanas demasiado tensas, con parte de la afición muy crítica con algunos jugadores, el entrenador y el propio presidente. Algo que ahora parece ya un lejano y borroso recuerdo, pero que fue hace muy, muy, muy poco tiempo.

El Unicaja se coló en el partido decisivo de la Copa con una suficiencia tan espectacular como inesperada en su duelo de semifinales. Es verdad que el cuadro copero tras el sorteo era muy «amable». Que no tener por delante ni a Barça ni a Rel Madrid ni a Valencia ni a Baskonia ni a Herbalife, por ejemplo, hizo soñar desde el principio con delirios de grandeza a la «marea vede», pero no seré yo el que le quite hoy ningún mérito al Unicaja de ser finalista de «su» Copa. Primero, porque es casi histórico. Y segundo, porque el Casademont Zaragoza no lo puso nada fácil en cuartos y porque al MoraBanc Andorra, un muy buen equipo, es que ni se le dio opción con el vendaval verde y morado de semifinales.

El MoraBanc Andorra fue una caricatura. Se vio desbordado por el acierto ofensivo de los verdes, perdió la lucha en el rebote, se atascó ante la defensa de los de Casimiro... La verdad es que el Unicaja dio mejores sensaciones todavía que el viernes, convirtiendo un presunto duelo a cara de perro en un trámite de 40 minutos.

El partido fue un monólogo desde el 2-0 anotado por Gerun. Unicaja arrancó con 15 minutos para enmarcar. De los mejores de la temporada. Los verdes vieron el aro como una piscina olímpica, anotaron el 50% de los triples que intentaron y el 80% de sus tiros de 2. Con semejante exhibición ofensiva y una defensa que también rozó la perfección, los verdes rompieron el partido, 42-19.

La grada se volvió literalmente loca con la puesta en escena de los suyos. Jaime Fernández dio un clínic en ataque: metió, pasó, circuló el balón... Guerrero se hizo grande bajo los aros, el equipo reboteó con autoridad y el partido tomó el guión perfecto para los intereses de un Unicaja que, al descanso, dominaba con autoridad, 48-30.

Hannah demostró tras el descanso que no estaba por la labor de que el Unicaja lo tuviera tan fácil. Empezó a anotar y la ventaja se rebajó a 12, 52-40, con 7 minutos todavía de tercer cuarto por delante. Un 2+1 de Adams y un triple de Waczynski devolvieron el partido al estado ideal que querían los verdes. El 61-40, a 5.20 del final del tercer acto, pareció ya una sentencia definitiva. El partido alcanzó el minuto 30 con 68-49 y un Carpena entregado como hacía tiempo a los suyos.

Los diez minutos finales fueron más de lo mismo. El Unicaja se fue de 35, una diferencia que quedó mínimamente maquillada cuando en el Palacio sonó el bocinazo final.

El sueño copero sigue adelante. Este domingo tarde, desde las 18.30 horas, duelo final por el título. Unicaja-Real Madrid, como en Zaragoza 2005. Aquella vez la fiesta final fue verde y morada. Ojalá se repita la historia. De momento, que nos quiten lo bailao. Que pase el siguiente.