Parece ser que entre los 14 y 24 años aproximadamente se suelen buscar más aventuras y experiencias incluso con más riesgo y que todas ellas contribuirán al adulto del futuro.

Precisamente los adultos debemos ir comprendiendo dichos cambios que van desarrollando durante la adolescencia en vez de crear batallas constantes hacia la negación. Dicho comportamiento es propio de la naturaleza del adolescente y las opciones que nos quedan están en relación con el acompañamiento, la orientación y la ayuda, aun sabiendo que no será la mejor decisión (lo sabemos por nuestra experiencia). Por tanto debemos trabajar la flexibilidad mental, la paciencia para no estar constantemente repitiendo algo y molestándonos y como siempre, seguir siendo ejemplares para proporcionar el mejor aprendizaje.

Cada generación vive su vida a su modo. En Nepal conocí a un señor que nos enseñó que cada uno tiene su edad y todas las anteriores. Si tienes 30 tienes la edad de hacer las cosas de 30, de 20, de 15 y de 5 años. Y si tienes 50, pues ¡imaginaros la de comportamientos que se pueden tener! Todo esto vino cuando nos comentó que su hija se extrañó de coincidir con él en un concierto que según su ella era para personas más jóvenes que él y éste le contesto: «Con mis 50 años tengo la capacidad de comportarme como si tuviera 50, 40, 30, 20 o 10 años€»

Luchar contra los pensamientos y reacciones de las diferentes generaciones no mejorará nuestra relación y resulta fundamental el mantenimiento de la comunicación y la cercanía entre generaciones para relacionarnos de una forma eficaz, respetándonos, apreciándonos y aprendiendo.

Los adolescentes buscan nuevas sensaciones, muchos exploran y aspiran a experiencias de riesgo y nos ponen constantemente a prueba a los adultos y a ellos mismos. Creo que lo más importante sería hacerles ver el peligro que suponen determinadas situaciones, como por ejemplo la velocidad, el alcohol, el sexo, las drogas o determinadas aventuras de riesgo. Cuando imponemos o prohibimos sin confianza y unión, evidentemente aparecerán mentiras o escondijos.

La falta de unión y confianza provoca que se alejen mucho más, ya que de por sí tienen a alejarse en comparación con la niñez dándole más importancia a sus iguales (amigos). Está en nosotros el modernizarnos y actuar de una forma adecuada para seguir cerca, crear curiosidad, ilusión y unión. «Podemos recordar las palabras del señor montañero de Nepal».

Es totalmente normal que quieran cambiar, innovar, crear y experimentar cosas nuevas, y puede ser que el confinamiento nos haya impresionado en relación a sus comportamientos o decisiones, incluso actitudes y formas de pensamiento. Aún recuerdo la vuelta de mi viaje a Cuba cuando tras horas de conversación con mi madre me dijo que los cubanos le habían cambiado a su hija, y si, ese viaje me cambió bastante€

El confinamiento nos ha hecho conocernos mejor (encerrados) y como personas inteligentes ya tenemos otra razón para actuar en relación a nuestro alrededor para poder ser mejores. Quizás debamos cambiar nuestro tono de voz para tener conversaciones más tranquilas, o tener más sentido del humor para no entrar en conflictos tan fácilmente. Quizás tengamos que ponernos en la piel de los demás para comprender las decisiones y no mantenernos en nuestro ego por cabezonería o costumbre, o recordar hace unos años cómo éramos nosotros mismos. También permitir la distancia, el error e incluso la no colaboración. Perdonar y perdonarnos, porque nos equivocamos y se equivocan con nosotros, pero por desgracia solemos darle mucha más importancia a los errores ajenos que a los nuestros.

Tengamos la edad que tengamos toca respetar a nuestro alrededor sea de la edad que sea, y eso supone aceptar, integrar, colaborar o mejorar para uno mismo y para los demás.