Este Unicaja no juega a nada. Es un desastre. Su exhibición de inoperancia ante el Baxi Manresa no tiene perdón. El equipo tiene un agujero en el rebote que le impide ser competitivo y una falta de talento en la pintura absolutamente insoportable. Vive solo del uno contra uno de los tiradores exteriores y de la irrupción esplendorosa de Yannick Nzosa. No hay nada más. Y mirar para otro lado solo servirá para alargar la agonía. Estamos empezando octubre, el club debe decidir qué hace. Pero o hay cambios o la temporada se va a hacer eterna.

Es verdad que al Manresa le salió todo en el Carpena, anotó varios tiros sobre la bocina de la posesión y eso les hizo estar cómodos sobre el parqué. Pero el Unicaja ayudó jugando un partido para olvidar. En ataque y en defensa. De los 40 minutos frente a los catalanes se salvan los dos primeros del segundo cuarto y el sprint final, ya con todo perdido, y jugando más con el corazón que con la cabeza.

Después de 33 minutos para tirar a la basura, Nzosa fue el nombre propio del amago de remontada final. El chaval volvió a mostrar el hambre que otros solo demuestran en sus redes sociales. Se multiplicó en defensa y estuvo acertado en ataque. Acabó con 14 de valoración, el segundo mejor del Unicaja, a pesar de jugar menos de 12 minutos Quizás debería haber entrado mucho antes que con el 70-83, igual que Francis, en plena remontada, quizás no debería haber ido al banco en beneficio de un Brizuela demasiado alocado. Es muy fácil hablar a posteriori, pero es que el canterano estaba "caliente" y el partido pedía los puntos que Francis estaba metiendo en ese momento.

La vuelta de Carlos Suárez fue la única buena noticia de la noche. El capitán no es la panacea para todos los males que tiene a día de hoy el equipo, pero es verdad que hace mucha falta en este Unicaja. Aporta en la pista un plus de intensidad que muchas veces ejerce de "efecto contagio" a los de alrededor. También en el vestuario y en el banquillo sus gritos "suenan" distinto a los de otros jugadores con menos caché. Tras un mes largo lesionado, su participación contra el Manresa fue meramente testimonial, solo cuatro minutos y medio. Pero verle vestido de corto otra vez es importante.

El partido fue un horror para el Unicaja desde el mismo salto inicial. No estuvo cómodo el equipo desde el primer minuto. Muy errático en los lanzamientos, sin paciencia para mover el balón, con demasiados despistes en defensa y sin rebote (3 a 11), el Unicaja sufrió. Casimiro tiró de casi todo su banquillo, pero le dio igual. Un triple de Mason casi sobre la bocina les dio a los catalanes la máxima, 15-25, justo en el minuto 10.

Los dos mejores minutos de juego de todo el partido le valieron al Unicaja para endosar un parcial de 10-0 a los del Bagés en el arranque del segundo cuarto que equilibró el marcador, 25-25. Pero la mejoría fue solo un espejismo. Pedro Martínez pidió tiempo, les pegó cuatro gritos a los suyos y el Manresa se rearmó. Sin rebote, sin acierto y sin ideas, el Unicaja se fue hundiendo jugada a jugada hasta alcanzar el descanso con 14 puntos de desventaja. Lamentable primera parte reflejada en el 34-48 del marcador.

Lo de los verdes fue un quiero y no puedo tras el descanso. El Manresa dominó a placer a un Unicaja sin espíritu, con un lenguaje corporal preocupante y con un nivel competitivo paupérrimo. Los catalanes se fueron de 18, 46-64 y manejaron su ventaja con autoridad hasta que apareció Nzosa a 7 minutos largos para el final del partido.

El "teenager" cajista empezó a meter canastas y a cambiar tiros del rival y el Unicaja fue bajando la diferencia. Pero la desventaja era tan grande que el intento de remontada se quedó solo en un amago y en un "maquillaje" en el marcador hasta el -4 final, 86-90.

Hay que tomar alguna medida drástica. Los roles previstos en la pretemporada ya no valen. Deon Thompson jugó ante el Baxi 10 minutos. Fue el primer en salir, pero el que menos minutos jugó. Gerun y Guerrero tampoco están a la altura de la exigencia que tiene el equipo en este momento. Con un chaval en edad de preparar la Selectividad (o como se llame ahora) no se puede sobrevivir en esta jungla de la ACB ni en la Eurocup. El club tiene la palabra.