Con la victoria en Gran Canaria, la remontada ante el Buducnost y el buen nivel mostrado en Valencia, el viento amaina en Los Guindos. El Unicaja ha conseguido revertir la situación recordando que el grupo puede y debe ser competitivo, y que tiene armas suficientes para superar la crisis deportiva de semanas anteriores. Casimiro no supo responder tras el partido cuáles son las razones de este cambio, "voy muy al día a día, intentando tomarle el pulso cada día al equipo. Se lo dejo para los que me puedan analizar", decía. Analizando los partidos, pueden sacarse varias conclusiones.

1. Más jugadores unidos a la causa

La temporada no se inició con el nivel esperado de varios de los jugadores que conforman la plantilla. El punto de mira estaba puesto, sobre todo, en la zona interior con las dudas en la tripleta Thompson-Gerun-Guerrero y en piezas exteriores como Waczynski o Bouteille. En los últimos tres partidos, el único que parece quedarse rezagado es Gerun.

Thompson espabiló en Valencia, fue trascendente en Buducnost con varios puntos decisivos bregando en la pintura y sumó también en Gran Canaria (9 puntos, 4 rebotes). Alejado de su pico, el americano ha mejorado prestaciones y mantiene la confianza del entrenador. Lo mismo que ha hecho Rubén Guerrero en su último partido (8 puntos sin fallo, 9 rebotes y 2 tapones), acercándose a lo que demostró a principios de este 2020. Waczynski se enchufó contra el Buducnost y Bouteille empieza a encontrarse con la anotación. La cosa empieza a carburar.

2. El liderazgo de Alberto Díaz

A falta de Jaime Fernández y Gal Mekel por lesión, el Unicaja ha encontrado en Alberto Díaz un sublime director de orquesta. Cada vez menos encasillado en su estigma de jugador sobresaliente defensivamente, el malagueño está demostrando que tiene la visión y la inteligencia que se requiere para jugar en esa posición.

Desde que le tocó este papel de único base puro promedia 8'6 asistencias por partido y 34 minutos jugados. Números de indiscutible líder, más determinantes si sumamos todo lo que recupera y lo que defiende. En siete días ha batido su marca personal de robos (7 contra el Valencia) y consiguió el récord de asistencias del Unicaja en Eurocup (11 ante Buducnost). El pelirrojo tiene un rol aún más decisivo.

3. Mejoras en el rebote

El problema crónico del rebote en los primeros compases de la temporada comienza a desvanercerse, y el equipo de Luis Casimiro ya sabe que desde esa faceta también se pierden partidos. Ante Gran Canaria (28) y Buducnost (26) se fue superior en el rebote, y la responsabilidad para ello no se fijó en Nzosa. La imagen desastrosa en rechaces del Unicaja en Manresa parece quedar lejos de repetirse, aunque siga siendo una de las cosas más mejorables.

4. La paciencia de Luis Casimiro

No cae en personalizar en ninguna rueda de prensa, es más de hablar como "equipo junto" que trabaja. Sin embargo, a Casimiro no le ha temblado el pulso para advertir a los más bajos en forma. Nzosa retrató a los que no daban la talla en el juego interior, y lo fácil hubiera sido seguir dándole el total portagonismo a un chaval que entusiasma a cualquiera.

Casimiro, por el contrario, mantuvo su confianza en los Deon Thompson, Waczynski, Rubén Guerrero y compañía. Y estos empiezan a responder. "No todo el mundo está en forma al mismo tiempo. Tenemos que tener el apoyo y la paciencia suficiente para que todos vayan sumando y vayamos creciendo poco a poco", resumió tras el triunfo en Gran Canaria.

5. Reacción con amor propio

El sentimiento de impotencia y la necesidad de transfromar una tendencia preocupante han ido creciendo, hasta que el vaso ha rebosado. En Valencia se ganó sabiendo mantenerse vivo con alternancias en el marcador, en Buducnost se tiró de orgullo para remontar un -16 y en Gran Canaria, por fin, se controló el partido -con ciertos acercamientos canarios de por medio- desde el segundo cuarto. El ánimo ha cambiado en la plantilla y eso, sumado a la mejora del rendimiento de muchos de los que andaban desaparecidos, están siendo una fórmula válida para seguir creciendo.