Llueve en Santiago. Capital eterna, acoge desde 1495 una de las Universidades más antiguas del mundo. Gente cosmopolita. Marisco y albariño. Cultura y tradición. Sentimiento y orgullo de una ciudad que crece y vive con el milenario Camino que lleva al peregrino a la majestuosa fachada del Obradoiro. Y precisamente ese es el nombre adoptado por el club de baloncesto que continúa ilusionando a la afición para cumplir 50 años llenando de orgullo el corazón de quienes entonan el Miudiño, precioso cántico pre-partido en el Fontes do Sar.

Cinco décadas de amor incondicional por el baloncesto. He tenido la inmensa fortuna de poder contar con los testimonios de Tonecho Lorenzo y Xabier Sanmartín, dos personas que aman y conocen el CB Obradoiro, para escribir una memoria que pretende ser un homenaje por partida doble al pasado y al presente de un club que pertenece por derecho propio a esa mágica ciudad.

Tonecho Lorenzo, jugador, entrenador y alma máter del baloncesto santiagués, ha vivido los momentos más duros de esta larga trayectoria cuando el equipo penaba en las categorías más modestas o durante los 17 años que se dilató el proceso judicial de su ascenso a la ACB. La felicidad máxima por lograr esa ansiada plaza en la máxima competición nacional supuso el espaldarazo definitivo para un proyecto que continúa más fuerte que nunca. Tonecho, protagonista por derecho propio en un cincuentenario condicionado por la pandemia, verá izarse su camiseta con el número 14 y un recuerdo a todos los jugadores veteranos que sentaron las bases de un conjunto que, en sus propias palabras, une «Pasión, sufrimiento, espíritu y sentimiento». Esa identidad la ejemplifica Tonecho en el 'Cañadoiro', momento festivo que une a jugadores y aficionados tomando unas cañas tras los partidos en algún bar que llenan sus calles empedradas.

Los fantásticos resultados de esta temporada vienen a confirmar la buena salud del Obra. Cada año toca reinventarse bajo el timón de Pepe Pozas, gallego de adopción y corazón malagueño, y a las órdenes de un trío de entrenadores que han entrado en la leyenda por derecho propio. Un cuadro técnico oriundo, compañeros y amigos, fundamentado en la complicidad entre Moncho Fernández, Gonzalo Rodríguez y Víctor Pérez. Factor clave en los éxitos del Obradoiro, todo comenzó en la temporada 2010/11. Tras más de 300 partidos, Moncho Fernández sigue encabezando un banquillo que tiene en la estabilidad su seña más identitaria. Los tres preparadores representan un modelo único en el panorama baloncestístico nacional. Demuestran que no es indispensable buscar fuera la llave del éxito y la sabiduría. Al lado de una dirección deportiva que sabe encontrar el perfil de jugador ideal para despuntar en un club modesto, Moncho y sus colaboradores se han ganado el respeto de toda la competición. Unen la parte deportiva con la vertiente social e institucional, otorgándole una identidad propia al equipo gallego.Moncho, cabeza visible, es un pura sangre en el banquillo. Tipo visceral (recordemos algunas pizarras rotas o sus arengas en los tiempos muertos «Do the fucking rules!») contrastan con la correctísima protesta de la pasada semana que le costó la expulsión en su duelo contra Pablo Laso, Moncho sabe muy bien de lo que habla y tiene los pies en la tierra. Y sus compañeros no se quedan atrás. Hay una anécdota que me contaba Xabier Sanmartín, periodista y autor de "El Gran Libro del Obradoiro" que ilustra perfectamente ese espíritu de equipo y la compenetración que existe entre Moncho, Víctor y Gonzalo. En plena final de la LEB Oro del curso 2010-2011, en su búsqueda por el retorno a la ACB, a nuestro trío se les estropeó el ordenador donde tenían previsto mostrar las pautas del scouting, probaron con el de repuesto y... tampoco funcionó. Así, horas antes del partido decisivo, a la carrera, técnicos y jugadores se vieron obligados a apiñarse en el hotel sobre un único portátil para repasar juntos las claves en vídeo de lo que luego convirtieron en triunfo épico y que supondría conquistar una plaza en la liga nacional que por ahora siguen disfrutando de pleno derecho.

Fernández, Rodríguez y Pérez. Moncho, Gonzalo y Víctor. El camino que se inició con Tonecho se hace mayor cada día gracias a la pasión e ilusión de este trío sobradamente preparado que une pasado con presente en un club que sigue haciendo historia. El Miudiño resuena hoy con más fuerza que nunca.

LA PEQUE COLUMNA

¿Sabías que la cancha del Obradoiro en los años 70 era un gimnasio universitario?