No sé si el Unicaja jugará la Copa del Rey de Madrid 2021. Matemáticamente todavía es posible, muy posible. Pero un equipo que en siete días pierde en su casa con el Fuenlabrada y con el Coosur Real Betis no merece ni ir a jugar una pachanga dominical con los "chuflas" en el parque del oeste.

El caso es que si el Unicaja gana en la pista del San Pablo Burgos, el próximo fin de semana, en el primer partido del nuevo año, el pase a la Copa será virtual. Si no, quedará la última opción, recibiendo al Baskonia en el Carpena, para sumar la ansiada décima victoria que parece ser el límite entre el bien y el mal. Habrá que ganar uno de esos dos últimos partidos antes del corte copero, pero viendo al equipo en este derbi andaluz...

La verdad es que es inadmisible todo lo que pasó en el Carpena en los últimos 45 minutos oficiales de la temporada. No hay excusas. Ni las lesiones ni la mala suerte ni los árbitros ni la falta del calor de la "marea verde" en las gradas... No tiene explicación que el penúltimo de la Liga te pegue ese chorreo, que mande en el marcador desde el primer cuarto hasta el minuto final. Y tampoco, que te pongas 5 arriba en el tiempo extra y les vuelvas a regalar el partido con dos ataques sin ninguna idea para circular el balón más allá del arco del 6.75. No puede ser.

El Unicaja no juega a nada. Y no es nada nuevo. Lo que pasa es que antes se ganaba y eso lo tapaba todo. La defensa brilla por su ausencia y el desequilibrio dentro-fuera se hace cada partido más insoportable. Todos los entrenadores rivales ya saben cómo meterle mano a un Unicaja que vive exclusivamente de que el tirador de turno se levante y la enchufe. No hay más sistema que el tiro al triple... y a rezar.

No puede ser que este Betis penúltimo de la ACB parezca en el Carpena un equipo puntero de la Euroliga y que Youssou Ndoye haya acaparado en un solo partido highlights suficientes para "engañar" a cualquiera cuando Juanma Rodríguez y Joan Plaza le abran la puerta de salida al final de temporada o cuando sea. Todos los partidos es un suplicio la defensa sobre el "grande" del rival. Da lo mismo cómo se llame, de qué color sea y qué nacionalidad tenga. Y este problema no tiene solución. Bueno, sí la tiene, pero se "llama" 250.000 euros. Y va a ser que no.

El derbi andaluz era una ocasión de oro para certificar el objetivo. Después del fiasco ante el "Fuenla" de siete días antes, el Unicaja tenía otra oportunidad de oro para ir buscando AVE y hotel para el fin de semana de San Valentín en Madrid. El penúltimo de la Liga, el segundo peor equipo de lo que va de temporada, incapaz de anotar más de 72 puntos de media por partido y de llegar a los 73 de valoración llegaba al Carpena como víctima perfecta para un cierre de año triunfal. Pero, no. El postre del 2020 se atragantó y anuncia un inicio de 2021 con muchas dudas sobre un proyecto que se tambalea.

De los 39 primeros minutos no voy a decir nada más que el Coosur Real Betis fue infinitamente mejor que un Unicaja que se vio siempre por debajo y que nunca dio la impresión de tener la más mínima opción de remontar. Lo que pasa es que este deporte tiene algo que no tiene ningún otro. Y un parcial de 10-0, en los 107 segundos finales del cuarto periodo, provocó el milagro de llevar el partido al tiempo extra, con un 98-98 impensable para el aficionado más fiel y forofo, solo un minuto y medio antes.

En la prórroga, el Unicaja pareció sentenciar con el 106-100 y con el 109-104. Pero un par de ataques sin sentido, con tiros sin sentido dieron vida a un Coosur Real Betis, que acabó remontando y llevándose el triunfo para Sevilla.

En fin, lo mejor será pasar página y desear que el 2021 arranque con mejores sensaciones de las que nos deja el final de este 2020. Pero aviso, tiene pinta de que vienen curvas.