Memoria en verde y morado

Jóvenes aunque sobradamente preparados

Antonio Benítez, canterano del Joventut.

Antonio Benítez, canterano del Joventut.

Juanma Rodríguez

Juanma Rodríguez

El retorno de Aíto García Reneses a la Penya supone un hecho de justicia poética en la relación existente entre el baloncesto, el preparador madrileño y la ciudad de Badalona. Uno de los entrenadores que más huella ha dejado durante su estancia en el conjunto verdinegro, vuelve a casa por Navidad para trabajar con los más jóvenes. La prolífica cantera del Joventut recibe con los brazos abiertos la sabiduría y la experiencia de un señor que, a los 75 años, abandona voluntariamente el Alba Berlín, un proyecto en crecimiento de Euroliga, para continuar formando a los nuevos talentos del club catalán.

Cientos de jugadores de primer nivel han salido de la categorías inferiores de la Penya convertidos en el mayor recurso de un club ambicioso a la vez que modesto. Cada temporada son varios los jóvenes que debutan en la primera plantilla mientras que otros compañeros son traspasados a conjuntos más poderosos económicamente como la vía de financiación más fiable para mantener este proyecto. Esa situación es así desde hace muchas décadas y casi siempre con la figura de Aíto rondando cerca.

En la etapa más dorada del Joventut, entre los años 80 y los 90, una generación cuasi irrepetible (Rafa y Tomás Jofresa, Villacampa, Juanan Morales y Carles Ruf entre otros) les permitió codearse con los todopoderosos Real Madrid y Barça. Tanta calidad y talento provocó que muchos canteranos tuvieran que hacer las maletas para crecer en la liga ACB. Y precisamente cuatro de ellos recalaron en las filas de un Caja de Ronda que quería asentarse en la máxima competición del baloncesto nacional.

El equipo malagueño optó por incorporar a estos pipiolos para completar una plantilla de garantías. El primero en llegar a Málaga fue Miki Abarca. Protagonista del último ascenso a la ACB, Abarca era un poderoso escolta con gran facilidad para anotar. La competencia con Margall y Villacampa le impidió hacerse un hueco en Badalona. Abarca vivió dos temporadas en Málaga demostrando un gran talento de cara al aro pero tuvo la desgracia de vivir el curso más aciago de la historia del baloncesto malagueño (temporada 87/88) junto a otro compañero que también tuvo que emigrar desde la Penya en busca de minutos.

Ese compañero era Sergi López. López tenía las hechuras de base clásico, inteligente en la pista y con habilidad para encestar. Tuvo que salir de la Penya para buscar minutos, pues era casi imposible hacerlo mientras compartía vestuario con los hermanos Jofresa y Montero. Llegó al Caja de Ronda con muy buen nombre, pero su paso por Málaga se puede calificar de errático. Su falta de experiencia, la presión de la titularidad, los pésimos resultados del equipo junto al baile de americanos y entrenadores, fueron factores clave para que saliera del equipo sin hacer carrera en las filas cajistas. Sergi no tuvo la fortuna de su hermano menor (Ferrán López) y su carrera no fue tan longeva en la liga.

En la temporada 88/89, el Caja de Ronda construyó un proyecto mucho más ambicioso para el que también incorporó a otro joven talento de la cantera de Badalona. El gaditano Antonio Benítez regresaba al sur después de que el conjunto catalán se hiciera con sus servicios tras deslumbrar en un Campeonato de España de categorías inferiores. Benítez, un alero no muy alto pero sí fuerte y con buenas piernas, se convirtió en uno de los últimos hombres en la rotación de Mario Pesquera. Su buena mano en el lanzamiento exterior y su gran potencia en las entradas a canasta no le hacían cambiar su gesto tranquilo con la cabeza ligeramente ladeada.

El último joven en llegar a Málaga fue Antonio Medianero. Fan confeso de George Michael, Medianero era un escolta fuerte y con enorme facilidad anotadora. En Ciudad Jardín dejó buenos recuerdos por su acierto de cara al aro y su indiscutible esfuerzo defensivo. Sus rizos y patillas más propias de «Sensación de vivir» causaban furor entre las aficionadas, pero Medianero no tuvo la continuidad deseada ya la fusión con Maristas trajo un número excesivos de jugadores exteriores (6 escoltas), más o menos lo que ocurre hoy en día.

Los cuatro chicos que llegaron a Málaga con su mochila llena de energía y motivación no tuvieron la suerte para labrarse una carrera longeva en la ACB. Los integrantes de este cuarteto se retiraron bastante jóvenes dejando muestra de la categoría y buen trabajo que se lleva realizando desde siempre en una de las cunas del baloncesto patrio, las canchas de cantera del Joventut de Badalona.

La Peque – Columna (por Simón RJ)

¿Sabías que Ricky Rubio fue el jugador más joven en estrenarse en la ACB con 14 años, 11 meses y 24 días, siendo Aíto el entrenador que le hizo debutar?