Pabellón
El Carpena de los viejos tiempos
Las gradas del Palacio de los Deportes se llenaron hasta la bandera, con 10.602 espectadores que vibraron con el juego del Unicaja y provocaron un ambiente y una atmósfera propia de la mejor época del equipo en su etapa en la Euroliga
El Palacio de los Deportes Martín Carpena rememoró ayer sus mejores tiempos, aquellos de la primera década de este siglo XXI, cuando se llenaba un fin de semana sí y otro también para ver en directo al equipo entrenado en aquella época por Bozidar Maljkovic y después por Sergio Scariolo.
Según las cifras oficiales, 10.602 espectadores estuvieron en la matinal de este domingo viendo en directo un Unicaja-Real Madrid que respondió a las expectativas y fue un partidazo que no se decidió hasta el medio minuto final, cuando el equipo blanco pudo sentenciar a un Unicaja que vendió cara su derrota.
Contra lo que cualquiera pudiera pensar, esta vez se vieron muy poquitas camisetas blancas en las gradas y prácticamente el lleno fue de aficionados cajistas, muchos ellos, además, vestidos de verde y morado para apoyar a su equipo, dando un gran colorido al pabellón.
Desde más de una hora antes del partido las inmediaciones del Carpena ya se plagaron de aficionados que fueron entrando escalonadamente al Palacio, justo lo que el club había pedido en las horas previas para evitar las siempre no deseadas aglomeraciones en las puertas de entrada.
Ya desde la presentación del equipo se vio que el ambiente iba a ser el de las grandes ocasiones. La afición recibió al rival con música de viento y a los suyos con muchos aplausos, aunque la ovación más sonora fue, un partido más, parta el base internacional canterano Alberto Díaz, auténtico líder del equipo e icono de la afición.
Durante los 40 minutos, la grada tiró de su equipo y fue ese «jugador número 6» que tanto se añora en Málaga. Ni siquiera en los peores momentos, cuando el Real Madrid más apretó, la grada dejó de creer en los suyos y de presionar al rival con sus gritos. El público estuvo de «10». Desde el principio hasta el final.
Fue infernal el ambiente, sobre todo cuando el equipo se puso por delante en el segundo cuarto y en el esprint final del choque, cuando intentó remontar en los tres últimos minutos.
Espectacular fue, también, la despedida que le dio el Martín Carpena a los suyos, tras el bocinazo final. El público, en pie, supo reconocer el esfuerzo de sus jugadores, ante un rival muy superior en lo físico, pero al que supo tratar de tú a tú durante los 40 minutos. La grada despidió con una ovación atronadora al Unicaja, que no ganó el partido, pero se ganó el cariño de los suyos.
El objetivo es ahora que esa comunión equipo-afición se mantenga en el tiempo y el Carpena no tenga que esperar a otra visita del Real Madrid para volver a llenar sus gradas. Este nuevo Unicaja parece que será un equipo competitivo y bonito de ver jugar al baloncesto. De momento son 6.500 aficionados los que tienen ya su abono para la temporada, estaría bien sumar algunos cientos más a la causa. Ojalá.
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