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La libreta del duque de chantada

Will Clyburn, superando las posibilidades en busca de un sueño

Will Clyburn.

Will Clyburn. / Javier Borrego / AFP7 / Europa P

Mel Otero

Mel Otero

En 1950, Detroit era la cuarta ciudad de EE. UU. por detrás de New York, Los Ángeles y Chicago. Las grandes industrias automovilísticas aportaban el poderío económico y el «Sonido Motown» hacia bailar al planeta al ritmo de Smokey Robinson, The Miracles, The Supremes o Stevie Wonder.

Cuatro décadas más tarde, en 1990, la crisis del automóvil había reducido la población a la mitad y la ciudad se encaminaba a la suspensión de pagos presentada en 2013, la mayor de la historia de EE. UU.

En 1990, la crisis se endulzaba en la ciudad con los éxitos de sus equipos profesionales, títulos de la NBA para los Detroit Pistons y más tarde de la NHL para los Detroit Red Wings. Y en música, comenzaba sus actuaciones por la ciudad Marshall Mathers III, el rapero blanco conocido como Eminem. Allí nació un 17 de mayo William Dalen Clyburn, jugador ahora del Barça, próximo rival del Unicaja en la Liga Endesa.

Will es un jugador de crecimiento lento. Un jugador de rotación en la escuela secundaria que se convertiría años después en un jugador «imparable» en la Euroliga. Un jugador que destacaba mucho más en el béisbol, un deporte en el que su padre todavía sostiene hoy en día, según le contó a Joe Arlaukas en «El Crossover», que hubiera tenido una mejor carrera profesional.

Una pequeña universidad, Marshalltown Community College, le dio la oportunidad. «Le dije a mi padre que, pase lo que pase después, estoy feliz porque se suponía que no debía estar allí». Tres universidades en cinco años en la NCAA y fuera del draft de 2013 había que seguir luchando...

Europa apareció entonces en su camino, en concreto el Ulm de Alemania: «Todavía recuerdo dónde estaba cuando recibí la llamada telefónica. Estaba recostado en el sofá del apartamento de mi mamá y el agente me dijo cuanto dinero era. Fueron 90 mil el primer año y 110 mil el segundo. En mi opinión era, soy rico y además puedo seguir jugando al baloncesto».

Se adaptó muy rápido a todo menos a conducir. «No tuve problemas, todos hablaban inglés. Mi único problema fueron los coches de cambio manual».

David Blatt le reclutó después para el Darussafaka de Turquía, que cayó en cuartos de final de la Euroliga ante el Real Madrid y le cambió por completo. «Una vez que llegaba a un sitio decía, llegué bastante lejos. Estoy feliz de estar aquí. Superé las probabilidades. Blatt me dijo que no pensara de esa manera, que estaba allí para liderar a un equipo». Dos años después ganaba la todopoderosa Euroliga de 2019 con el CSKA Moscú como MVP de la Final Four.

Durante años fue un jugador indescifrable para las defensas contrarias y se convirtió en el mejor jugador de la máxima competición continental. Después de superar una grave lesión y un año discreto en Bolonia en parte por culpa de una fascitis plantar, a sus 35 años vuelve con fuerza para liderar al Barça de Joan Peñarroya.

Lo hace, además, siendo consciente que no será capaz de cumplir el único sueño que le queda en el mundo del balón naranja una opción que perdió cuando decidió dejar Moscú «supongo que mi sueño es retirar mi camiseta en alguna parte. Ganar y ver mi camiseta retirada en algún sitio».

Clyburn es el líder de este errático Barça que gana en Euroliga (3-2) con un Will estelar (aunque ayer no estuvo especialmente fino) y que pierde en ACB (0-2) con Clyburn sólo superado en protagonismo por Toko Shengelia. Un Barça que buscará en el Carpena dejar el puesto de colista de la Liga Endesa en la jornada 3. Carpe Diem…

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