­La noche cae en Málaga y pequeñas velas iluminan el camino hacia la Casa Loring. Tan solo se oye el sonido de un arpa y el roce de las hojas de los plátanos de sombra que se inclinan en una larga y frondosa avenida. Entre los árboles aparece un simpático señor ataviado con un frac del siglo XIX. «Bienvenidos al 28 de marzo de 1875», exclama.

Se llama Edgar y es el mayordomo de la familia Loring-Heredia, creadora del Jardín Botánico-Histórico de La Concepción allá por el año 1855. Se trata del personaje encargado de recibir a las visitas nocturnas teatralizadas que se desarrollan durante el verano para conocer los entresijos de la historia de este mágico y enriquecedor paraje malagueño.

El recorrido parte cada media hora, a partir de las 21.30 horas, desde la avenida de los plátanos de sombra, una de las especies vegetales más asombrosas, donde el mayordomo, que se alegra de recibir al «pueblo» tras tantas reuniones con la alta sociedad, explica las costumbres de la época y se detiene en los lugares más emblemáticos del espacio natural.

El Jardín Botánico tiene un estilo paisajista con grandes toques románticos. Su naturaleza se presenta de forma desordenada, lo que le proporciona una belleza y un encanto especial capaz de atrapar a cualquier visitante. «Dedíquense a disfrutar, porque la magia les puede asaltar en cualquier momento», apunta Edgar. Y no se equivoca.

Un arroyo con una pequeña cascada, una glorieta rodeada de árboles y palmeras, un enorme ficus de hoja de magnolia y hasta un libro entreabierto depositado en un banco pueden encontrarse en el camino hacia la Casa-Palacio, ubicada frente a la magnífica fuente del Tritón, una de las últimas adquisiciones de la familia.

Allí, en Casa Loring, se encuentra Amalia Heredia Livermore, el alma de La Concepción y una de las mujeres malagueñas más destacadas de la historia de la ciudad, aunque hoy en día aún son muchos los que la desconocen. Con la cabeza alta y los ademanes propios de la época, no duda en disculpar la ausencia de su marido ante la visita. Jorge Enrique Loring, primer marqués de Casa Loring, se encontraba por aquel entonces inmerso en la construcción de la línea de ferrocarril Málaga-Córdoba.

El recorrido por la casa comienza en el Salón Jarana, sin más decoración que una chimenea, un portarretrato antiguo, un reloj de mesa típico del siglo XIX y seis velas a su alrededor, y continúa por el Salón del Cenador, por donde pasaron importantes personajes históricos, como Antonio Cánovas del Castillo, Serafín Estébanez Calderón, la actriz María Guerrero y hasta la mismísima Sisi emperatriz. Aunque sin duda, uno de los lugares más emblemáticos de la casa es la biblioteca, presidida por una copia del cuadro Testamento de Isabel la Católica, realizada por el pinto Joaquín Capulino.

La leyenda del jardín

Además de historia, el Jardín Botánico esconde secretos. Cuenta la leyenda que cuando el sol se esconde, hay un duende y una ninfa que pasean su amor. Esto pueden comprobarlo los propios visitantes que, al atravesar el cenador situado en la parte trasera de la Casa-Palacio, son asaltados por el inquieto y charlatán Duende de la flauta mágica. Aquí se inicia uno de los momentos más mágicos del recorrido, en el que se conocen algunas de las especies vegetales más características del jardín, como la trepadora tropical Monstera Deliciosa, popularmente conocida como Costilla de Adán, o una enorme Araucaria, una especie de pino de pisos.

Cuando el duende empieza a tocar la flauta mágica, la Ninfa enamorada aparece de entre las plantas y explica una nueva leyenda en forma de canción: «Un sol del atardecer el arcoiris en el agua deja ver y, si dos lo miran a la vez, unidos por el amor estarán para siempre».

Tras la canción, la ninfa recuerda emocionada el transcurso de tiempo en el que La Concepción pasó de la familia Loring-Heredia a manos de los Echevarría-Echevarrieta en el siglo XX.

Es en esta época donde se ubica el trayecto final de la visita nocturna. Rafael Echevarría, ataviado con un traje gris oscuro, sombrero y pajarita, conduce a los invitados por un amplio palmeral, perteneciente a la parte más nueva del jardín, y culmina con una visita exprés al Museo Loringiano y al Mirador, donde puede observarse una bonita estampa de Málaga.