En el centro-sur de la provincia granadina se esconde el Valle del Lecrín, una comarca compuesta por ocho municipios donde el valle que da nombre a la comarca se extiende desde el corazón de Sierra Nevada hasta alcanzar la meseta de las Albuñuelas, la sierra de los Guájares y confluencia con los ríos Ízbor y Guadalfeo, por la otra cara.

Al sur de Granada y a plena entrada del Valle de Lecrín se encuentra Dúrcal, un pueblo de no más de 6.500 habitantes que forma parte del Parque Natural de Sierra Nevada y cuenta con un marco natural excepcional. La capital histórica de esta comarca, a medio camino entre Granada y la Costa Tropical en este municipio compuesto por cinco barrios históricos: La Plaza, Almócita, El Darrón, La Ermita y Marchena, una de las señas más características del lugar es el agua.

En ella nace el río Dúrcal y durante esta época del año ofrece la posibilidad de disfrutar de él a través de los cinco saltos de agua que hay por el pueblo. Un agua fría pero que no desmerece la experiencia. El Canal de Fuga, Los Bolos, El Triplete, el salto delos Poyos y el salto del Tigre son los cinco saltos, los tres últimos de más difícil acceso.

También cuenta con cinco puentes, cada uno de ellos diferente en tamaño, materiales y momento en el que se construyó. El más antiguo y pequeño, el puente romano de un solo arco, mientras que el último es el puente de la autovía, de construcción moderna.

En cuanto a monumentos y lugares que merece la pena conocer a nuestro paso por Dúrcal, el Puente de Lata es uno de los protagonistas gracias a las impresionantes vistas que ofrece desde la comarca y la historia que aguarda durante su levantamiento: fue construido por los discípulos de Eiffel. El puente romano o el peñón de los moros (antiguo castillejo de la época nazarí del siglo XIV), el fuerte de Márgena o algunas de las iglesias y ermitas que hay en la localidad, son algunos de los sitios para conocer los orígenes de la tierra. No puedes olvidar Los Baños de Urquizar o de Vacamía, dos estanques de aguas termales, a 25 grados centígrados, y con propiedades minero medicinales.

El entorno se presta para ser un escenario ideal en el que realizar rutas de senderismo, gracias a la amplia red de rutas que ofrece, cicloturismo, tiro al plato en el campo municipal de tiro e incluso deportes de riesgo practicando puenting en el Puente de Lata.

La tradición está presente en la cocina de Dúrcal en la que no falta el remojón de naranjas agrias y patatas, las migas de pan o harina, el potaje de hinojos, la cazuela de habas, la sopa de habas y las habas con jamón, los hornazos, la sopa de pimientos y tomates «coloraos», la tortilla de collejas, las sardinas amoragadas y la calabaza frita. Los postres es otro de sus fuertes gracias al potajillo de castañas, gachas de cuscurrones, carne de membrillo, arroz con dul, torta de chicharrones y buñuelos.

En cuanto a sus fiestas populares, todos los veranos se puede disfrutar de San Ramón, una cita que se celebra todos los 31 de agosto y en la despiden el verano durante una gran verbena. La Cruz en mayo, la Semana Santa, la romería de San Isidro, los homazos durante Semana Santa y la festividad de San Blas son el resto de fiestas que acoge la localidad.

Para conocer el origen de Dúrcal hay que remontarse a la época musulmana, cuando se convirtió en un lugar de paso obligado para aquellos que iban desde Granada hasta la costa. Su nombre procede del término Quasb, que alude al cultivo de caña de azúcar, aunque lo que más predominan son limonero y huertos de naranjos. Con la Reconquista católica, los moriscos fueron expulsados y Dúrcal se convirtió en el lugar desde el que partieron tantas familias hacia África como consecuencia de la presión cristiana.