Hacía 10.000 años que el planeta no veía nada igual. El ritmo de extinción de especies en la Tierra ha alcanzado tal ritmo, debido a la presión del hombre sobre los ecosistemas, que actualmente hay nada menos que un millón de especies al borde desaparecer para siempre, algunas de ellas antes incluso de haber sido adecuadamente estudiadas. Y, sin embargo, nada hay de extraño en ello. Los cambios de usos del suelo y del mar (urbanización, industrialización, deforestación...), la explotación directa de muchas especies concretas, la crisis climática, la contaminación y la propagación de especies invasoras son algunos de los principales motivos. Detras de todos ellos, sin embargo, está la mano del hombre.

OSO PARDO. La caza del oso pardo fue legal hasta la década de 1960, lo que causó grandes estragos en esta especie emblemática de la Península. Desde hace años se lucha por aumentar sus efectivos. Hace un año se dio a conocer el estremecedor informe del planel científico de la ONU sobre tema de biodiversidad, que ponía cifras concretas a esta tragedia planetaria, y desde entonces las medidas de los gobiernos para atajar esta situación siguen siendo irrelevantes, según denuncian las entidades ecologistas.

El informe revela que la abundancia total de biodiversidad en la mayor parte de los hábitats ha caído un 20% desde 1900. Más del 40% de las especies de anfibios, casi el 33% de los arrecifes de coral y unás de un tercio de todos los mamíferos marinos están amenazados. Y, además, lo están a corto plazo. «Quedan muy pocos años» para evitar que se haga realidad tan funesto panorama, advierte el informe.

FOCA MONJE. La foca del Mediterráneo, que aún podía verse en las costas españolas a principios del siglo XX, tiene ya solo unos pocos centenares de ejemplares en todo el Mediterráneo. Se estudia su reintroducción. La presidenta del panel intergubernamental IPBES, autor del documento, la colombiana Ana María Hernández, ha admitido que las conclusiones «dan una perspectiva realmente triste». «Estamos mal, y eso hay que decirlo claramente», señala. También recuerda que cuando desaparece una especie no sólo se pierde para siempre un tesoro biológico patrimonio de toda la humanidad, sino que eso supone también un impacto sobre la calidad de vida del ser humano. «Si no hacemos nada, vamos a seguir perdiendo biodiversidad, por lo tanto, bienestar humano y, por ende, iremos hacia la extinción de la misma especie humana», alerta.

QUEBRANTAHUESOS. Solo existe una única población en la cordillera pirenaica, que también es la mayor de toda Europa. Su recuperación tiene como reto principal su dificultad para colonizar nuevos territorios. No es una exageración. Hoy, un 41% de las especies de insectos están en declive y se calcula que al menos un 10% de todas ellas están en peligro de extinción. El problema es que «sin insectos, no hay comida para las personas», advierten desde Greenpeace. «La humanidad depende de los insectos para sobrevivir por varios motivos. Por un lado, 87 de los principales cultivos a nivel mundial (un 75%) dependen de insectos y otros animales polinizadores. Además, los insectos predadores controlan las poblaciones de otros insectos, evitando plagas en los cultivos», explica Paloma Nuche, de la citada organización conservacionista.

Fracasar en la protección de la biodiversidad abocará al planeta a un fracaso generalizado en la larga lista de Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) que se han fijado desde la ONU para 2030. El informe del IPBES alerta de que esta falta de avances en la conservación de la biodiversidad impedirá alcanzar las 20 Metas de Aichi en 2020, acordadas por la ONU para frenar la pérdida de biodiversidad. Si no se alcanzan tampoco en 2030 supondría además incumplir el 80% de los Objetivos de Desarrollo Sostenible relacionados con la pobreza, el hambre, la salud, el agua, las ciudades, el clima, los océanos y el uso de la tierra. Es, por tanto, un problema que va más allá de la mera pérdida de riqueza biológica.

RANA PIRENAICA. Este pequeño anfibio, de unos pocos centímetros de longitud, puede hallarse únicamente en los ríos y arroyos de aguas prístinas en los Pirineos y en ciertas zonas de Navarra. La práctica masiva de deportes de riesgo en estas áreas la pone en peligro.

LINCE IBÉRICO. Aunque su situación ha mejorado gracias a grandes esfuerzos desde hace años, sigue siendo una de las especies más amenazadas de España. La destrucción de sus hábitats amenaza su

supervivencia. El autor principal del informe, David Cooper, ha alertado de que no basta con frenar la deforestación o la contaminacón por plástico para detener esta catástrofe natural. «Para doblar la curva tenemos que invertir en conservación y restauración, pero también hay que adoptar medidas serias en cuanto a producción y consumo de bienes. Necesitamos acción en toda la economía», señala. Por ejemplo, Cooper alude a la necesidad de eliminar los subsidios que otorgan los gobierno a determinados sectores y empresas que causan graves daños al medio ambiente, unos subsidios que alcanzan los 500.000 millones de dólares al año.

CIGUEÑA NEGRA. La degradación de los humedales de España, la contaminación y la presión urbanística en sus hábitats ha puesto a la cigueña negra en una situación muy delicada. Figura también en la lista de especies en extinción. Y, sin embargo, «allí donde se han tomado medidas, se ven avances», señala el autor principal del informe, que alude a la reducción de la deforestación global experimentada en esta década respecto a la anterior (se ha ralentizado en un tercio), o a la mejora de las especies marinas allí donde se protegen áreas determinadas.

Es una amenaza global, que en España afecta a un listado en el que se encuentran tesoros de nuestra fauna como el oso pardo, el lince ibérico, el quebrantahuesos o el águila imperial. Unas pocas décadas han bastado para poner en peligro milenios de presencia en la Península ibérica.

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