Macrogranjas ganaderas en España: dos posturas en un debate abierto

Macrogranjas ganaderas en España: dos posturas en un debate abierto

Macrogranjas ganaderas en España: dos posturas en un debate abierto

Ramón Díaz

“La ganadería industrial está devorando el planeta”. Greenpeace encabeza con esta frase la campaña de recogida de firmas que impulsa desde hace unas semanas en contra de las macrogranjas ganaderas industriales, al considerar que son “enormes factorías de cambio climático, insostenibilidad y crueldad”. Pero este tipo de instalaciones también tiene defensores, como la organización agraria Asaja, que les da la bienvenida por el aumento de productividad que conllevan.

Antes que nada habría que definir qué es una macrogranja. Pero en España no existe ninguna definición técnica ni legal. De hecho, en algunas comunidades autónomas se considera macrogranja a cualquier instalación con más de 400 animales, mientras que en otras ese número se eleva hasta los 2.000.

El segundo paso ha de ser explicar por qué se está registrando un auténtico ‘boom’ de peticiones para abrir –y ampliar–macrogranjas en España, lo que está convirtiendo al país en el mayor establo de Europa. Un establo que produce casi cinco veces más carne de la que consume.

La explicación es la elevada rentabilidad económica y el enorme potencial del mercado asiático, especialmente el chino, en lo que se refiere al consumo de carnes, que no obstante ha caído notablemente en el último año a causa de la pandemia.

La organización ecologista, bajo el lema ‘¡Macrogranjas, no!’ suma ya más de 94.000 rúbricas (el objetivo es llegar a 100.000) contra un modelo de producción que, a su juicio, tiene “terribles consecuencias: contaminación de aguas, emisiones de efecto invernadero, uso de enormes extensiones de tierras, deforestación para pastos y cultivo de alimento para ganado, daños a la salud y abusos a los animales”.

Macrogranjas ganaderas en España: dos posturas en un debate abierto

Macrogranjas ganaderas en España: dos posturas en un debate abierto

La premisa de las macrogranjas es, según Greenpeace, “alimentar y utilizar a los animales lo más rápidamente posible y bajo cualquier condición para maximizar los beneficios”. Con el agravante, añade, de que se presentan como una “falsa solución contra el despoblamiento rural”. Al contrario: han provocado ya el cierre de casi 8.000 pequeñas explotaciones en el último decenio.

La mayor granja europea, en Soria, con 23.500 animales

Greenpeace pide ayuda para frenar un modelo de negocio que “pone el riesgo al planeta, a las personas y a los animales”. Y, en concreto, para evitar la apertura o ampliación de cualquier macrogranja en España, y más concretamente, las de Noviercas (Soria), que tendría 120 hectáreas de extensión y 23.500 animales, lo que la convertiría en la más grande de Europa, y Caparroso (Navarra), que se pretende ampliar y que acumula ya más de una decena de sanciones por infracciones medioambientales.

La campaña persigue, además, reducir el número de animales en intensivo y que se encuentre una “transición justa” para las explotaciones que se encuentran operativas. Porque, según Greenpeace, “envenenan el agua y los suelos”, lo que puede afectar a muchos seres vivos, incluidas las personas.

Pone como ejemplo que la ampliación solicitada para la instalación de Caparroso, que implicaría pasar de 3.450 vacas a 7.200, generaría unas 150.000 toneladas anuales de estiércol. Una cifra que compara con las 283.605 toneladas de residuos domésticos que generaron en 2019 los 654.214 habitantes de la comunidad foral de Navarra.

Los datos que esgrime Greenpeace para apuntalar sus afirmaciones son: “El 67% de las emisiones de gases invernadero del sector agrícola proviene de la ganadería, y eso contabilizando únicamente las emisiones directas; el 95% de las emisiones de amoníaco son responsabilidad de la ganadería industrial; el 85% del agua dulce en España la utiliza el sector agrícola, en gran medida para producir alimentos para animales; el 30% de las aguas subterráneas y el 50% de las superficiales presentan una mala calidad, debido a la contaminación por nitratos”.

Critica asimismo a la ganadería industrial por el “uso masivo de antibióticos”, que“contribuye significativamente a la pérdida de eficiencia de estos medicamentos”, y porque “necesita ingentes cantidades de piensos y pastos que están en el origen de los cambios de usos de los suelos y la deforestación”.

ASAJA, a favor: “Bienvenido sea el tamaño”

Pero las macrogranjas también tienen defensores. Por ejemplo, José Antonio Turrado, secretario general de Asaja en Castilla y León, quien considera que pueden atraer “actividad económica y empleo a los pueblos”.

En un articulo de opinión recogido por el portal agroinformación.com, Torrado cuestiona incluso la utilización del término “macrogranja” con sentido peyorativo, porque “parece sinónimo de ricos, lo que automáticamente les hace merecedoras de críticas y reproches”.

Afirma que el tamaño “no es un capricho, pues la dimensión de las explotaciones, en un mundo globalizado, viene marcada por criterios de eficiencia, y una inversión que se tarda en amortizar no menos de quince años –y contablemente más del doble–, hay que hacerla con la vista puesta en el futuro, no en el pasado que vivieron nuestros abuelos”.

Macrogranjas ganaderas en España: dos posturas en un debate abierto

Macrogranjas ganaderas en España: dos posturas en un debate abierto

Augura que todas las explotaciones ganaderas ya proyectadas o que se proyectarán en los próximos años van a ser “grandes”. Y lo defiende: “Si ser grandes significa ser más competitivos, generar más recursos económicos, crear empleo en los núcleos rurales y aprovisionar de manera más eficiente a una industria agroalimentaria que trata de competir en los mercados internacionales, bienvenido sea el tamaño”.

Reclama que no se considere macrogranja al sistema productivo con el que los cerdos se separan de las madres, en pocos días, finalizada la lactancia, y se ceban en naves integradas, de una dimensión media de unas 2.000 plazas –2.000 metros cuadrados construidos–, en ningún caso próximas al núcleo de reproductoras.

Este sistema, “del que España es pionera a nivel mundial, y que la ha situado en el tercer puesto del ranking de países productores y exportadores de porcino del continente, es también el más sostenible, el que da más participación a la explotación familiar, el más acertado desde el punto de vista de la sanidad animal, y el menos agresivo desde el punto de vista medioambiental. Y si ponemos muchas pegas, estas empresas se irán a otro sitio”, advierte Turrado.

Recogida de firmas de Greenpeace: https://es.greenpeace.org/es/que-puedes-hacer-tu/peticiones/macrogranjas-no/

Opinión de José Antonio Turrado (ASAJA): https://agroinformacion.com/que-entendemos-por-macrogranjas/

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