Hoy les mostramos un maravilloso ejercicio arquitectónico que además encierra muchas de las claves definitorias de las construcciones o intervenciones arquitectónicas contemporáneas mallorquinas. Es obra del despacho de arquitectura de Llorenç Brunet i Associats de Manacor y su historia es interesante porque en sí misma define a la perfección el momento que estamos viviendo.

El propietario de esta casa quería una construcción moderna en el campo. Por desgracia, esta es una premisa que suele acarrear problemas a los arquitectos: por un lado interpretar lo que la gente entiende por moderna, y por otro, encajar estos criterios a las normativas estéticas de suelo rústico, normas que "recomiendan encarecidamente" respetar las volumetrías, materiales, y huecos de la tradición heredada.

Aunque existe una vía administrativa que bajo justificación exonera del cumplimiento de esta estética, el arquitecto Llorenç Brunet propuso un edificio que pudiera entrar dentro de la lógica tradicionalista pero evitando las copias o los "falsos históricos" que tan de moda están entre aquellos que desconocen nuestra tradición arquitectónica.

La casa se coloca en una finca excepcional. Cercana a la costa, con una suave pendiente hacía sureste y con excelentes vistas, muy bien conectada con los núcleos urbanos de Manacor y Porto Cristo, bien aislada de vecinos, y con una variedad agrícola y forestal con un cuidado envidiable.

El conjunto se organiza en torno a un volumen principal de dos alturas al que se añaden diversos cuerpos de menor entidad, todos encajados sobre la pendiente y las vistas. Este hecho aditivo se distingue también con el uso diferenciado de dos revestimientos de fachada, un fino pulido y un aplacado de piedra beige envejecida.

La característica que más distingue la obra es el efecto sorpresa al entrar en ella: Te esperas una casa más o menos compartimentada pero te encuentras con un espacio abierto donde se entrelazan todos los usos de la casa, todos visibles y abiertos a la panorámica de la finca. Este efecto se refuerza abriendo también la planta superior.

Se accede por la parte posterior bajo un techo de poca altura, divisándose justo delante una escalera escultórica metida dentro de un doble espacio que es ocupado por el estar. A la derecha se ha colocado un piano de cola, gran afición del propietario, que ocupa un volumen abierto anexo por la parte posterior de la casa; en diagonal y a continuación del estar se ha ubicado el comedor ya fuera del doble espacio. Al fondo, la zona de cocina, que puede cerrarse con dos grandes correderas.

Subiendo al piso superior, abierto aunque no visible desde abajo, se ha colocado el dormitorio principal de la casa. Está acompañado de un pequeño estar panorámico equipado con un telescopio, un vestidor, y el baño. Este baño ocupa el fondo de la estancia en un volumen anexo y se configura completamente abierto al dormitorio.

La arquitectura de este volumen interior es bastante sobria, enfatizada por la luz natural y el mobiliario, que es una mezcla entre gótico, local, y diseño contemporáneo. El ´mueble´ más representativo es la escalera, visible desde todos los ángulos de la casa: la forma elicoidal, muy deseada por el propietario, se convirtió en objeto de diseño sobre el que gira la organización de la estancia.

El edificio tiene por su lado izquierdo un anexo de invitados con dos dormitorios, y por el otro extremo, prolongando la cocina, una gran terraza cubierta. En la zona exterior de la casa los protagonistas son la piscina y los jardines, un intermedio perfecto entre el edificio y el paisaje.