Aunque el periodista deteste ser noticia, usted lo ha sido esta primavera-verano a raíz de sus salida de Onda Cero y su fichaje estrella en la COPE que ha revolucionado el panorama radiofónico. ¿Cómo ha vivido estos meses? ¿Cómo afronta esta etapa?

Debido a mi poquedad o mi cortedad, me impresiona particularmente ser noticia cuando nunca he optado por serlo, pero bueno, lo soy y lo asumo de forma racional, sabiendo separar la paja del grano y, en este caso, procuro separar la paja del grano y quedarme con el grano, que es lo más importante. Afronto este desafío con entusiasmo. Soy ambicioso, y eso no es ilegítimo y no pienso pedir perdón por ello. Soy ambicioso como la mayoría de mis compañeros, o la mayoría de los que hacemos trabajos que exigen determinada competición entre adversarios. Yo lo quiero hacer mejor que los demás y aspiro a hacerlo limpiamente con mi trabajo.

¿No cree que se viene haciendo la misma programación o muy similar desde hace tiempo y eso hace que los programas resulten un poco repetitivos? ¿Queda algo por inventar en la radio?

La radio es una persona que habla y otra que escucha, básicamente. Pueden cambiar las técnicas, algún formato, pero fundamentalmente no deja de ser contar cosas, contar historias. Eso es lo que realmente tenemos que hacer.

Su objetivo y el de los directivos del grupo es el liderazgo, aunque no se ha puesto una fecha concreta para alcanzarlo, más allá de sus tres años de contrato. ¿Cree que en Onda Cero temen que sea como el flautista de Hamelin y se lleve a los oyentes?

No, está claro que no. Eso no funciona así, el trabajo de la radio es muy, muy lento, día a día, los oyentes se ganan de uno en uno y se pueden perder de cien en cien. Conseguirlos es muy difícil, los liderazgos cuantitativos son apuestas a largo plazo y el cortoplacismo en la radio es un error.

Se avecina un otoño muy agitado políticamente hablando, ¿le beneficia a usted y su nuevo programa arrancar en una época tan movida?

Las épocas agitadas normalmente aumentan el consumo de medios de comunicación, la gente quiere saber más, quiere informarse más, a pesar de que exista un componente de hartazgo también existe un componente de avidez, y eso es indudable que nos va bien a todos, depende de cómo lo utilice cada uno, es rentable o no.

Ha reconocido que la línea editorial de COPE, su nuevo hogar radiofónico, le convence, le seduce y se siente cómodo con ella ¿Llega con intención de ser más ideológico que en su anterior cadena?

No, todos somos ideológicos en lo que hacemos. Ideología también es elegir un color, un plato o un vino... Yo lo que no quiero es ser sectario, a mi el sectarismo particularmente no me interesa. Yo quiero que todo el que quiera me oiga y que no se sienta expulsado o excluido. Luego cada uno tiene su opinión y una forma de pensar en la vida, pero eso no cambia los hechos, cambia la interpretación de los mismos, si acaso, pero no los hechos.

Ha reconocido que espera que este sea el último gran contrato de su carrera ¿Ha perdido la ilusión?

No, lo que pierdo son años. Tengo 58 años, que es una edad que en este trabajo te puede permitir seguir siendo un periodista documentado, avezado... pero a lo mejor, a partir de los 61, no estar en la primera línea de fuego permanentemente durante muchas horas. Seguramente hay otras plazas que se pueden ocupar en el ejercicio de la misma sin necesidad de estar en la trinchera con el bazoca. La ilusión se va modificando, yo tengo mucha ilusión todos los días por hacer mi trabajo pero entiendo que hay caducidades que hay que respetar.