Insectos, reptiles y, en general, criaturas del reino animal se suben a las pasarelas y adquieren un protagonismo no visto desde los inicios del siglo XX, cuando aquellos nuevos aires del Art Déco y del Art Nouveau revolucionaron la arquitectura, el arte y también la moda.

Desde los looks más sofisticados hasta los informales, los broches, pendientes y colgantes inspirados en bichos de todo tipo destacan por presentar un colorido llamativo, ideal para combinar con los colores oscuros propios de esta estación. Los diseñadores se decantan por piezas de buen tamaño. Es el caso de las propuestas de Lanvin, Emanuel Ungaro, Tory Burch y Just Cavalli, locos por esas joyas incrustadas con forma de libélulas, mariposas, escarabajos y hasta moscas, serpientes y cocodrilos. Las luciérnagas y los mosquitos exóticos se cuelan en pulseras y brazaletes que son todo menos discretos y que logran atraer las miradas cuando su portadora entra en una fiesta. Al hilo de la nueva moda también surgen técnicas para conservar los insectos tras su muerte, incrustando cristales en sus restos.

El espeleólogo y amante de la naturaleza Tyler Thrasher empezó a recoger cigarras y huesos de animales de sus largos paseos por la montaña y a combinarlos con las formaciones minerales que le llamaban la atención durante su trabajo de exploración de cuevas subterráneas. Juntó eso con sus conocimientos de los principios químicos y creó piezas que se han convertido en auténticos fetiches para muchas celebridades. El resto de las mortales cuenta con la inestimable colaboración de las firmas de moda a precios asequibles, con toda clase de posibilidades. Unos pendientes con forma de insecto y piedras semipreciosas pueden ser un buen regalo navideño.