Somos animales trotadores. Quizá, como otros animales de las sabanas, nuestros ancestros se desplazaran miles de kilómetros al año. Probablemente usaran la inteligencia para acorralar a las presas aprovechando los accidentes orográficos y las remataran gracias a esa facultad increíble que nos permite poner un proyectil en el blanco. Ningún otro animal tiene esas dos facultades tan desarrolladas, las únicas defensas que teníamos. Mientras la inteligencia sigue siendo fundamental, trotar y lanzar se usan más para el deporte y la recreación.

Ellos trotaban descalzos y los que ahora quieren resucitar en nosotros la forma arcaica de ser, volver a los orígenes, promueven correr así. Hay mucha discusión sobre sus ventajas e inconvenientes, un tema que ahora no voy a tratar. Baste decir que casi todos los estudios ponen en duda las teóricas virtudes de esa forma de correr. Mejor hacerlo calzado y bien calzado.

Eso último es la cuestión. Hay tiendas especializadas sólo en zapatillas de correr porque la industria, apoyada en sofisticados estudios de bioingeniería y biomecánica, desarrolla nuevos y cada vez más específicos tipos de zapatillas que tientan al corredor y hieren su bolsillo.

Una de las propuestas que hacen es la corrección de la postura del pie cuando toma tierra. Puede hacerlo con un exceso de rotación interna, lo que se llama pronación. La pronación es natural y deseable durante la carrera. El pie se aplana y gira hacia dentro, prona, cuando entra en contacto con el suelo, de esa forma absorbe parte de las fuerzas que se producen al caer sobre el pie todo el peso del cuerpo en cada zancada. Los especialistas que venden zapatos, y muchos entrenadores, creen, de buena fe, que la pronación excesiva facilita las lesiones y recomiendan zapatillas que lo corrijan.

La pregunta es cuánto hay de verdad en esta deducción. Al impactar el pie en el suelo, se producen unas fuerzas que recorren la pierna hacia arriba. La teoría es que al no estar alineadas no se transmiten por las estructuras que el tiempo milenario diseñó, en esa forma de elegir que tiene la naturaleza que es por ensayo y error. En consecuencia irrumpen sobre otras no preparadas hasta lesionarlas, en general por fatiga o microtraumatismos.

Digo que el diseño es por ensayo y error porque aquellos cazadores de los que provenimos sufrían mutaciones que por casualidad podían hacerlos mejores corredores. Ésos, creemos, eran los que más genes trasmitían y son sus genes los que ahora tenemos y nos dan esa facultad de correr. Aunque quizás el tiempo haya seleccionado variedades de humanos en Europa en los que la organización de la estructura corporal ya no sea tan eficiente para correr porque se hayan privilegiado otras facultades.

Lo mismo que artificialmente se selecciona una determinada característica de un perro, el olfato o la fiereza, la naturaleza lo hace, con mucho tiempo. Pero basta que se crucen varias veces esas variedades para que esa singularidad se diluya. En los humanos, que ahora nos cruzamos más que nunca, probablemente se vayan amortiguándolas diferencias geográficas. Pero hoy día, ahí están las pruebas, los originarios de África todavía mantienen sobre los europeos una ventaja en la carrera.

Un equipo de investigadores daneses se propuso responder a la pregunta sobre la utilidad del calzado corrector de la pronación. La mayoría de los estudios sobre lesiones en corredores se basan en entrevistas en las que se pregunta por la forma de correr, tiempo y kilómetros, lesiones sufridas y se examina al sujeto. Pero al basarse en la memoria y la forma actual de pisar estar modificada por las lesiones, no es fiable.

Los daneses consiguieron que 927 voluntarios que no corrían aceptaran participar en el experimento. Antes los clasificaron en pronación neutral, pronación excesiva y grado y supinación (lo contrario de pronación) y grado. A todos les dieron calzado ligero neutro y con un GPS recogieron las distancias corridas. A lo largo de un año sufrieron 252 lesiones, pero no había diferencias en función de la postura del pie, es más, los que tenían una postura neutra tuvieron alguna lesión más.

Para evitar las lesiones que se pueden producir por trotar, elegir un calzado cómodo que amortigüe es importante, así como una superficie no demasiado dura. Pero más importante es el peso, los kilos al caer sobre el pie a la velocidad que lo hace se multiplican. Andar, que se diferencia, además de en la velocidad, en que no todo el cuerpo se apoya sobre el pie que toma suelo, es menos dañino. Es importante también el tiempo que se dedica a correr. Y escuchar al cuerpo: darle descanso, más si se tiene dolor.