¿Quién no ha tenido alguna vez la experiencia de una mala noche de sueño? El insomnio es, sin duda, uno de los problemas médicos más conocidos y extendidos; tanto es así que si preguntáramos a cualquier persona al azar "¿sabe usted que es el insomnio?" tendríamos una respuesta inmediata, casi automática: "que no puedes dormir".

No son necesarias muchas más explicaciones porque prácticamente todo el mundo sabe de qué trastorno del sueño estamos hablando y, no sólo eso, sino que probablemente, esa misma persona que acaba de responder a nuestra pregunta termine también por contarnos alguna experiencia personal al respecto: "Si, yo tengo muchos problemas para quedarme dormido y no paro de dar vueltas y más vueltas"- o - "A mi es que ya me da miedo hasta irme a la cama porque sé que no me voy a poder dormir"- todas ellas expresiones que solemos escuchar con bastante frecuencia en la vida diaria.

Pero,¿qué es el insomnio para la medicina del sueño? El termino insomnio se define como la incapacidad para dormir cuando existen unas adecuadas condiciones para hacerlo (aunque también solemos hablar de insomnio para expresar la percepción de un sueno corto o poco reparador), unido a una serie de trastornos durante el día, como somnolencia, cansancio, irritabilidad, etc...

El insomnio se padece por la noche, pero también durante el día, ya que va a afectar de forma directa tanto al grado de alerta como al estado físico y emocional del que lo padece.

¿Cómo nos afecta el insomnio?

Cuando aparece por primera vez no se le suele dar mayor importancia y se considera un problema temporal ("ya se pasará..."). Posteriormente, aparecen las quejas por falta de concentración, pérdida de memoria, fatiga, menor capacidad para acometer las tareas diarias, etc.

Con el tiempo, de una manera lenta e insidiosa, estos trastornos no sólo van a empeorar sino que además pueden derivar hacia lo que son ya verdaderos problemas de salud. Así, vemos como los pacientes con un insomnio de larga evolución suelen presentar tanto un aumento del número de enfermedades cerebrovasculares, cardiovasculares y de diabetes, como una mayor probabilidad de padecer ciertos trastornos psiquiátricos como ansiedad o depresión.

El insomnio es como "la punta de un gran iceberg". A pesar de su magnitud (se calcula que 1 de cada 3 personas en el mundo ha padecido o padece insomnio) desde nuestra consulta solo podemos ver una ínfima parte del problema; esto es así porque la mayoría de los pacientes aquejados de insomnio habitualmente no van al médico. Los únicos casos que acaban pidiendo ayuda médica son los insomnios crónicos (los más severos) y, aun así, lo habitual es que tarden varios años en hacerlo. Lamentablemente, por una u otra razón, solo el 8% acabara por recibir un tratamiento adecuado.

Podemos y debemos tratar el insomnio. La mayoría de los casos requerirán de un tratamiento combinado que incluya tanto medidas farmacológicas como de tipo cognitivo-conductual. Los mejores resultados se obtienen cuando se consigue una perfecta adaptación entre tratamiento-paciente, siempre de forma individual (porque no hay dos insomnes iguales), complementado con la adecuada gestión de un programa de sueno basado en la posible causa del insomnio.

Debemos valorar y cuidar más nuestro sueño. No sólo porque nos da el descanso que necesitamos y mayor calidad de vida sino porque, sobre todo, también es salud.