Aunque "eccema" es una palabra muy utilizada popularmente desde el punto de vista médico es muy inespecífica. Es necesario ponerle el ´apellido´ o diagnostico correspondiente para poder aplicar el tratamiento adecuado. En otras palabras, si sufre un eccema debería recurrir al dermatólogo.

Los eccemas o dermatitis eccematosas son un conjunto de alteraciones en la piel que se caracterizan por presentar lesiones inflamatorias diversas tales como: eritema (enrojecimiento), vesículas (similar a ampollas de pequeño tamaño), pápulas y exudación formando costras. Se caracterizan por un enrojecimiento de la zona afectada seguida de un fuerte picor denominado prurito que puede esparcirse fácil y rápidamente a otras aéreas del cuerpo. El eczema se puede clasificar, según sus características, en:

Atópico: en este eccema, podemos observar lesiones descamativas y rojizas cutáneas, principalmente en las flexuras de las extremidades. Suele asociarse a distintos procesos alérgicos, asmáticos, urticaria, rinitis alérgica, etc. En el eccema atópico infantil se deben descartar posibles factores desencadenantes como las infecciones o la ingesta de ciertos alimentos y, tener en cuenta, que pueden aumentar los síntomas cuando la piel entra en contacto con alguna sustancia irritante como jabón o cloro.

Seborreico: se manifiesta de la misma manera pero focalizándose en las zonas seborreicas del cuerpo como la frente, cejas, surcos nasogenianos y parte anterior del tórax.

De contacto: se manifiestan con las mismas lesiones pero precedido, de irritación en la piel de sustancias que son toxicas para el paciente - eccema de contacto irritativo - o por una alergia a ciertas sustancias que entran en contacto con la piel - eccema alérgico de contacto.

Alrededor del 30% de los pacientes con esta enfermedad presentan antecedentes familiares de atopia. En la mayoría de los casos, cuando llega la pubertad el eccema atópico desaparece quedando únicamente sequedad cutánea y, en alguna ocasión, otras manifestaciones de atopia: urticaria, rinitis alérgica o asma. Por el contrario, el eccema alérgico de contacto aparecerá solamente en aquellos pacientes sensibilizados - alérgicos - a una sustancia concreta -alérgeno-. Las lesiones cutáneas se presentaran cada vez que - se expongan a el. Es frecuente, por ejemplo, el eccema alérgico de contacto a la bisutería en pacientes alérgicos al níquel o la denominada "dermatitis del ama de casa" en manos, producida por el uso continuado de jabones irritantes. Los síntomas son elementos fundamentales para un correcto diagnostico que resulta básico y debe ser realizado por un dermatólogo. Un buena diagnosis debe incluir: antecedentes familiares (los niños nacidos de una madre que tiene una enfermedad alérgica son más propensos a desarrollar eczema), antecedentes personales de alergia o asma, exámenes de sangre.

En el eccema alérgico de contacto deberán realizarse pruebas epicutáneas con el fin de determinar el alérgeno responsable de las placas de eccema que presenta el paciente.

Después del diagnostico podremos aplicar un tratamiento adecuado e individualizado; como un traje a medida. Una vez detectados y eliminados los factores desencadenantes se indicaran tratamientos como corticoesteroides - tópicos o sistémicos -, antihistaminicos sistémicos, cremas hidratantes y antibióticos, etcétera, siempre bajo vigilancia del dermatólogo.

¿Cuáles serían los consejos básicos para evitar recaídas?

Mantener la piel hidratada, evitar jabones fuertes, tras el baño, secar suavemente con una toalla sin frotar quitando el exceso de agua pero dejando la piel un poco húmeda. Para ayudar a mantener la piel hidratada, aplique una crema hidratante sin perfume en todo el cuerpo justo después del baño y varias veces al día. Los pacientes con un eccema de contacto alérgico, mejoraran de forma sustancial si conseguimos que cambien sus hábitos y utilicen medidas de protección cuando se expongan a las sustancias irritantes.