Como todos hemos podido apreciar, la pared de las venas superficiales suele verle de color azulado. Pero, ¿por qué ocurre esto si la sangre es roja? ¿Será que la pared de las venas es de color azul y es por este motivo? No. Vemos las venas superficiales de color azulado debido a un efecto óptico producido por la piel. En este sentido, las venas solo parecen azules cuando están situadas aproximadamente a a 0,5 milómetros por debajo de la epidermis. Esto es así porque la luz blanca que se forma con todos los colores del espectro penetra hasta esta profundidad y hace que percibamos como azul el color de las venas.

De esta manera, cuanto más delgada es la piel y menos grasa subcutánea, más azuladas se transparentan a través de la piel las venas.

Según explica a Infosalus el doctor Fidel Fernández Quesada, presidente del Capítulo de Flebología y Linfología de la Sociedad Española de Angiología y Cirugía Vascular, la sangre que discurre por las venas (salvo en las del pulmón, que es al contrario) es más azulada que la que discurre por las arteria, ya que contiene menos oxígeno, al haber intercambiado éste en los capilares. Las venas devuelven esta sangre al corazón, que la pasará por los pulmones para volver a oxigenarla.

Aunque fue descrita por el español Miguel Servet años antes, la demostración de la doble circulación de la sangre (que el corazón bombeaba sangre por un circuito mayor y uno menor, la circulación sistémica y pulmonar) fue descrita por Thomas Harvey en 1616.

¿Sabías que por nuestros vasos pasan al día 7.200 litros de sangre? Se estima que si pusiésemos todos los vasos sanguíneos de nuestro cuerpo alineados, constituyendo una sola estructura lineal (arterias, venas y capilares), el conducto resultante daría más de dos vueltas a la Tierra (más de 100.000 Km), aunque el 90% de la longitud estaría formada por los capilares, la longitud de las venas y de las arterias sumadas sería de unos 10.000 Km.

Si agrupásemos el endotelio de todos los vasos del organismo, obtendríamos una masa de 2 kilogramos y una extensión de 1.500 kilómetros cuadrados, de los que la gran mayoría serían del territorio pulmonar.

El doctor Fernández Quesada, expone a los lectores de Infosalus algunas de las cuestiones más importantes sobre la anatomía de venas y arterias.

¿De qué están hechas?

Las arterias y las venas poseen tres capas, la más interna, en contacto con la sangre, se llama íntima. Está formada por una especie de mosaico de células (células endoteliales) que tienen múltiples funciones, entre ellas interactuar con la sangre y evitar que ésta se coagule. La capa más externa se llama adventicia, por ella discurre la inervación (los estímulos nerviosos).

La capa del medio, que toma de ello su nombre es la capa media, una capa muscular que tiene capacidad contráctil. La de las venas se diferencia de la de las arterias en que la muscular de las arterias es más gruesa y con mayor capacidad contráctil (la sangre que va por las arterias lleva mucha más presión).

Contracción modulable

La capacidad de contraerse de estas células musculares lisas es involuntaria, y se modula por determinadas circunstancias. Cuando hace calor las venas superficiales se dilatan, y ejercen una función como de radiador, para disipar el calor, con el frío se contraen, y la sangre va por las venas más profundas, para no perder temperatura.

Cuando la presión arterial baja, la capacidad contráctil de los vasos permite que el volumen eficaz mejore (por ejemplo en una hemorragia) e intenta compensar esta pérdida de sangre. En situaciones de estrés, miedo, ansiedad, se contraen asimismo, y esta es la causa de la palidez de nuestra cara y manos cuando estamos en esas circunstancias.

Elasticidad, rigidez y dilatación

Los vasos sanguíneos, que deben contener un fluido a presión en su interior, tienen una composición firme y elástica, y además de las células musculares y las células endoteliales tienen dos tipos de fibras, colágeno (que les dan resistencia) y elastina (que las hace elástica).

Una vena sana es firme pero a la vez nada rígida, puede aumentar su calibre en tres o cuatro veces y tiene una capacidad de contraerse e incluso espasmodizarse (por eso, en muchas ocasiones, cuando nos van a sacar sangre parece que se "han perdido").

Algunos procesos, ya sean espontáneos (trombosis) o provocados (cierre terapéutico de una vena o por un tratamiento como la quimioterapia, que inflama y altera la pared) pueden producir la obstrucción de la vena, que en algunos casos se palpa rígida bajo la piel.

Otra forma de enfermar las venas, aparte de cerrarse su luz, es dilatarse, son las llamadas varices. La sangre retorna mal, y se producen zonas de reflujo y recirculación de la sangre (que en vez de llevar su dirección normal, de la superficie a la profundidad y de la periferia al centro), toma direcciones contrarias, que causan síntomas como la pesadez, el cansancio* y que pueden producir dilataciones visibles e inestéticas.

Venas profundas y superficiales

Los principales tipos de venas son las del sistema venoso profundo que van por dentro del cuerpo y que vehiculiza la gran mayoría del caudal de sangre venosa (>90%). Estas venas suelen ir en íntima relación con los grupos musculares, que las comprimen y ejercen la función de un corazón periférico, para garantizar el retorno de sangre al corazón. Las venas del sistema venoso superficial, que discurren bajo la piel, suelen ser visibles y palpables, y, llevan el 5-10% del volumen de retorno venoso.

Bipedestación: el principal enemigo

La posición bípeda es el principal enemigo de la circulación venosa. A diferencia de otros animales diseñados para ser bípedos como los pájaros, el ser humano proviene de cuadrúpedos que han decidido optar por la bipedestación.

La diferencia entre las extremidades inferiores de un avestruz y las nuestras son notables. Nosotros debemos de retornar la sangre desde los pies al corazón, lo que conseguimos en gran parte con la actividad de la bomba muscular y la almohada plantar.

La posición más favorable para el retorno de sangre al corazón es la que tenemos cuando estamos tumbados (y la ideal sería cuando estamos nadando, tumbados, en movimiento y sumergidos en un líquido), y la más desfavorable cuando estamos de pie quietos, o sentados con los pies quietos sobre el suelo. En estas posiciones la sangre tiene más difícil volver al corazón contragravedad, y en muchas personas produce inflamación (edema) y molestias. "Por desgracia, nuestra vida actual impone muchas horas de estas situaciones", señala el especialista en Angiología y Cirugía Vascular.

Cómo hacer felices a nuestras venas

Una alimentación equilibrada, rica en fibras y líquidos, limitada en calorías y en sal es beneficiosa. El estreñimiento empeora la patología venosa. Un peso equilibrado, el ejercicio físico diario, frecuente y moderado es beneficioso. Sin embargo, algunos ejercicios como cargar pesos elevados con contracción abdominal mantenida o ejercicios explosivos en bipedestación tras un periodo de bipedestación estática, no son muy recomendables.

"Pasear, nadar y montar en bicicleta suelen ser recomendables. Andar sobre superficies mullidas como arena o hierba sobre todo si se acompaña de masaje por las olas o por una manguera o aspersor, suele ser muy recomendable", concluye el especialista.