Cuando termina un año siempre deberíamos intentar reevaluar o analizar lo que hemos hecho o dejado de hacer para sacar conclusiones y afrontar de la mejor forma el inicio del nuevo año. Esto es válido en el ámbito personal y familiar y más importante aún en lo profesional ya que como médico acarrea una doble responsabilidad, hacia nosotros mismos como enriquecimiento personal y hacia nuestros pacientes que son el principal objetivo de nuestra actividad.

En nuestro campo de acción, la medicina reproductiva e infertilidad, durante el 2015 hemos sido testigos de innumerables avances que hacen sentirnos orgullosos del camino que lleva la ciencia médica y del muy buen pronóstico para el futuro año. Es más, al terminar este artículo, casi con certeza, en algún lugar del mundo se habrá descubierto, inventado o perfeccionado una nueva herramienta terapéutica que mañana será publicada y pasado estará al alcance de los pacientes.

Este año hay que destacar el anuncio del primer niño nacido en el mundo después de un trasplante de útero. Se trata de un primer paso en la solución y una alternativa para mujeres con infertilidad derivada de un problema uterino severo. Para la medicina de trasplantes también significa el primer trasplante realizado para mejorar la calidad de vida y no sólo para prolongarla. Como todo nuevo acontecimiento médico, esta técnica necesita una maduración y perfeccionamiento para que ésta se encuentre al alcance de todas nuestras pacientes, pero el futuro es alentador.

A nivel local, el desarrollo de técnicas de estudio genético más simples y asequibles dentro de la fecundación in vitro ha sido responsable del mayor desarrollo del diagnóstico genético preimplantacional (DGP), lo que permite estudiar el cariotipo completo o la presencia de una mutación genética específica en un embrión antes de ser transferido o introducido dentro del útero de la mujer. Esto ha mejorado el pronostico reproductivo de muchos pacientes, especialmente las mujeres mayores de 40 años, mujeres con abortos espontáneos a repetición, o pacientes portadores de enfermedades genéticas graves. Esta técnica de estudio genético también nos permite estudiar el endometrio, la capa interna del útero donde se produce la implantación, y buscar el mejor momento para realizar la transferencia del embrión dentro del útero.

Hoy también, a nivel genético inmunológico podemos estudiar la menor o mayor capacidad de una mujer para "tolerar" o modificar su respuesta inmunológica frente al embrión que, naturalmente se comporta como un extraño para la madre, y muchas veces supone un mayor riesgo de infertilidad, aborto espontáneo o complicaciones durante el embarazo.

Así, podemos hacer una lista no menor de nuevos avances en medicina reproductiva durante el 2015 que auguran mejores resultados en los distintos tratamientos de fertilidad y que abrirán nuevas posibilidades de éxito a nuestros pacientes.