Si estás atravesando un periodo de tu vida en el que tienes pocas relaciones sexuales, ten cuidado. Puede que se te reconstruya el himen tras meses o años sin hacer el amor, o que seas más propenso a desarrollar parafilias tras una larga sequía. O, espera: aunque abundan los mitos sobre la abstinencia, nada de esto es cierto.

Existen consecuencias físicas de llevar un tiempo en el celibato, pero muchas de ellas están enfocadas negativamente. Es decir, con la falta de sexo dejamos de obtener los beneficios que aporta a nuestro organismo una vida sexual plena.

Los hombres son más propensos a tener disfunción eréctil

La abstinencia parece aumentar la probabilidad de disfunción eréctil en los hombres. Los estudios tienden a centrarse en los hombres mayores, pero todos están unidos en la conclusión de que la actividad sexual regular tiene un efecto positivo en las erecciones de un hombre.

También existe la posibilidad de que las eyaculaciones regulares ayuden a un hombre a evitar el cáncer de próstata, aunque pueda lograrlas por su cuenta. Un estudio llevado a cabo por la Boston University School of Public Health y Harvard University concluyó que eyacular de una manera frecuente, al menos 21 veces al mes, puede ayudar a reducir los riesgos de sufrir cáncer de próstata.

El sistema inmunológico se vuelve más vulnerable

La actividad sexual contribuye de forma favorable a la función inmunológica del cuerpo, según un estudio publicado en la Universidad Bloomington de Indiana. Consecuentemente, al dejar de practicar sexo durante una temporada, nuestro organismo no se está beneficiando de esta ayuda extra y es probable que se puedan coger enfermedades e infecciones, que de otra manera se habrían bloqueado.

Disminuye la libido

Aunque no hay una postura única sobre este postulado, algunos expertos coinciden que una vida sexual activa aumenta la libido, y que, por el contrario, una etapa de sequía disminuye el deseo sexual. La receta es sencilla, entonces: el sexo aumenta la libido entre la pareja.

Problemas de corazón

Una vida sexual plena está vinculada a la salud cardiovascular, porque al fin y al cabo estamos haciendo ejercicio aeróbico que reduce la presión arterial. Llevar una vida sana, con una dieta equilibrada, ejercicio regular, buenos hábitos del sueño y tener una actitud optimista son elementos imprescindibles para el buen funcionamiento del corazón.

Se incrementa el estrés

Algunos estudios han relacionado que las personas que no han tenido sexo de forma regular tienen mayores picos de presión arterial en respuesta al estrés que las personas que recientemente han tenido relaciones sexuales.

El sexo reduce la ansiedad y los nervios; estar piel con piel con nuestra pareja nos conecta a ella de una manera especial, nos hace sentir bien y nuestro cerebro segrega una substancia química que nos acelera el centro del placer y nos pone de buen humor. En otras palabras, nos hace sentir felices.

No somos tan inteligente como podríamos

Científicos de la Universidad de Maryland han demostrado que la actividad sexual aumenta el crecimiento de las neuronas en el hipocampo del cerebro. Los investigadores encontraron que la actividad sexual en ratones y ratas mejora el rendimiento mental y aumenta la neurogénesis (la producción de nuevas neuronas) en el hipocampo, donde se forman los recuerdos a largo plazo.

Por lo tanto, la ciencia ha demostrado que la creencia popular de que la abstinencia nos hace más inteligente es falsa.

Reduce la posibilidad de contraer ETS

Algo bueno tiene que tener la abstinencia sexual: a falta de sexo se reducen drásticamente las probabilidades de contraer una enfermedad de transmisión sexual, pero también infecciones urinarias (que a menudo son causadas por la transferencia de bacterias al tracto urinario durante el sexo).