Ludwin Flores era un joven aficionado al fútbol de 27 años que el pasado 1 de mayo disputó un partido con su equipo, Los Rangers, en su barrio de Lima. Tras el encuentro, ya en su casa, cogió una botella de agua del frigorífico y se la bebió. Poco después, empezó a sentirse mal y a notar un fuerte dolor en el pecho. Poco después, falleció a causa de un infarto. La esposa de Flores ha explicado que su marido bebió el agua muy fría, prácticamente helada, como a él le gustaba. Aunque se trata de un caso extremo, este es uno de los errores más frecuentes que cometemos al beber agua. Y es que no es aconsejable beber agua muy fría tras la práctica de deporte.

Cuando en nuestro organismo se produce un contraste extremo de temperaturas, se pueden derivar reacciones adversas. Por ejemplo la hidrocución, o lo que popularmente llamamos corte de digestión. Aunque esta reacción puede originar en casos muy excepcionales una parada cardiorrespiratoria, esto no es frecuente.

El mayor problema en estos casos está relacionado con los ahogamientos, ya que los mareos y desmayos que causa la hidrocución pueden tener graves consecuencias cuando afecta a personas que se encuentran dentro del agua.

En cualquier caso, beber agua extremadamente fría no es el único error que cometemos. Existen algunos errores comunes que cometemos al ingerir este líquido, que por otra parte es fundamental para hidratarnos y mantenernos sanos.

Dos litros diarios

Otro error frecuente está relacionado con la cantidad de agua que ingerimos diariamente. Aunque los expertos recomiendan beber dos litros a diario para mantenernos a diario, esto no es exactamente así. En este sentido, resulta más importante adaptar la cantidad a nuestras condiciones y circunstancias. Lógicamente, no necesita beber igual una persona anciana sedentaria que un deportista joven. Lo fundamental es que nuestro organismo alcance un nivel adecuado de hidratación. Además, también debemos tener en cuenta nuestra alimentación, ya que existen muchos productos que nos aportan una gran cantidad de agua, como las frutas o las verduras.

Tampoco es adecuado pecar por exceso y beber grandes cantidades de agua. Un consumo excesivo de líquido puede causar efectos no deseados, como sobrecargar el sistema urinario y aumentar el riesgo de problemas inflamatorios e infecciones.

Una práctica que no resulta para nada aconsejable es rellenar constantemente las botellas de plástico. Y es que estos envases están pensados para ser usados una única vez. En caso contrario, crece el peligro de que haya una contaminación por microorganismos. Además, si rellenamos las botellas con agua del grifo con cloro, este elemento químico puede acabar alterando las propiedades del plástico y afectar negativamente a nuestra salud.

Muchas personas se van a dormir con un vaso de agua en su mesilla para bebérselo durante la noche. En ocasiones, no obstante, nos lo bebemos al día siguiente, después de muchas horas. Debemos saber que no es tampoco aconsejable, ya que pueden entrar partículas que contengan microorganismos. Por la misma razón, tampoco es recomendable dejar agua a temperatura ambiente en una botella con el tapón abierto. Es mejor cerrar el envase o dejarla en la nevera, donde el crecimiento de microorganismos nocivos se ralentiza.

Atracones de agua

Por otra parte, son muchos los que al sentirse deshidratados -por ejemplo tras hacer deporte- optan por beber de golpe una gran cantidad de agua. Esta práctica tampoco ayuda a hidratar nuestro cuerpo, más bien al contrario. Y es que si actuamos así nuestros riñones procesarán más rápido el líquido y lo desecharemos antes de que pueda hidratarnos. En este sentido, es muy mejor administrar la ingesta de agua en pequeñas cantidades.

Otros errores frecuentes están relacionados con ciertos falsos mitos que existen sobre el agua. Por ejemplo, creer que el agua del grifo es peor que el agua embotellada. Debemos saber que esto no es así. El agua de la red pública pasa controles sumamente estrictos que garantizan al 100% su idoneidad.