Aún queda mucho para que la adicción sea entendida por toda la sociedad como una enfermedad y suele estar extendida, en algunos casos, la creencia de que el adicto consume porque quiere y tiene un problema porque "él se lo ha buscado". A partir de aquí es cuando aparece el estigma, cuando se etiqueta de forma negativa a quien padece un trastorno adictivo, quedando desposeído de todos sus rasgos y singularidades, a la vez que su personalidad queda reducida a su problema de consumo.

Esta falta de aceptación generalizada hacia las enfermedades mentales, en general, y a la adicción, en particular, es consecuencia del desconocimiento, del miedo, de la culpa o de la vergüenza.

Se tienda a catalogar la adicción como un vicio cuando, realmente, tal y como la define la propia Organización Mundial de la Salud (OMS), se trata de una enfermedad crónica y recurrente del cerebro que se caracteriza por la búsqueda y el consumo compulsivo de sustancias psicoactivas, como la cocaína, el cannabis, la heroína, las pastillas o el alcohol. También se producen conductas adictivas, como son las relacionadas con las nuevas tecnologías (móviles, Internet y videojuegos) y el juego (ludopatía), que pueden convertirse en patológicas.

Por lo tanto, estamos hablando de una enfermedad con tendencia a la recaída - los expertos hablan de recuperación pasados al menos dos años sin recaídas- que genera en todos los casos un aumento de la morbimortalidad.

Enfermedad multifactorial

¿Por qué unas personas consumen y no desarrollan la enfermedad y otras sí? Según afirma el equipo médico de las clínicas y centros de tratamiento de adicciones Triora, "la adicción es una enfermedad multifactorial ya que depende de factores como el biológico, relacionado con la vulnerabilidad y predisposición genética; el psicológico, es decir, la personalidad de cada sujeto y la forma de afrontar los acontecimientos vitales estresantes; y, finalmente, el factor social, vinculado al ambiente que rodea a la persona".

Se considera que una persona está empezando a desarrollar la enfermedad cuando pasa del uso de la sustancia al abuso y del abuso a la dependencia.

"Antes solíamos centrarnos más en aspectos cuantitativos para definir una adicción; es decir, en la cantidad de sustancia que el paciente consumía. Hoy, si bien sigue siendo importante su valoración, profundizamos más en aspectos cualitativos: cómo afecta a la persona, que limitación funcional está generando, las repercusiones laborales, familiares y económicas, la capacidad de control sobre el consumo, la pérdida de libertad de decisión o el aumento del tiempo dedicado a la búsqueda de consumo" explica Carlos Sánchez, director médico de la clínica Triora MonteAlminara en Málaga.

Una vez ha saltado la alarma, es necesario buscar ayuda profesional tanto para el paciente como para su familia. Las clínicas y centros Triora ayudan a la persona a recuperar el sentido de su vida a través del modelo Triora, que aborda la enfermedad desde un modelo integral bio-psico-social.

Esto implica diagnosticar y tratar médicamente los aspectos físicos del cuerpo humano, abordar las situaciones que requieren un tratamiento psicológico o conductual, trabajar desde el primer día con la familia de los pacientes así como conocer y adaptar su dinámica social y laboral a la nuevos objetivos de vida.

Para conseguir el objetivo de la rehabilitación, Triora cuenta con un equipo de profesionales formado por médicos psiquiatras, psicólogos, terapeutas, trabajadores sociales... con más de diez años de experiencia en el mundo de las adicciones.