En los últimos años ha surgido una preocupación creciente entre los consumidores que quieren saber exactamente lo que están comiendo, de dónde vienen los productos, cómo se producen o cuáles son sus ingredientes concretos.

Las etiquetas juegan un papel fundamental en esta demanda de información, ya que es el medio a través del que los consumidores pueden conocer, entre otros, la denominación del producto, su fecha de consumo preferente o caducidad, la forma de conservación y/o utilización, los ingredientes o la información nutricional de cada producto. Dentro de toda esta información, las E-s artificiales siguen siendo un gran enigma para muchos compradores, que se enfrentan a un galimatías de letras y números difícilmente comprensible.

Las E-s artificiales son aditivos que se incorporan a los alimentos y bebidas con el objetivo de modificar o potenciar sus características o facilitar o mejorar su proceso de elaboración o conservación. Desde la última legislación europea los aditivos deben figurar en la lista de ingredientes presente en la etiqueta de cada producto. Los fabricantes tienen dos opciones: nombrarlos por su nombre o por los famosos números E.

Aditivos

El uso de aditivos es una práctica muy común en gran parte de la industria alimentaria y su presencia en las etiquetas es un indicador de que el producto contiene sustancias artificiales añadidas. Por eso, cuantas menos E-s aparezcan en la lista de ingredientes, menos artificios tendrá el alimento.

Tendencia a la baja

La demanda de alimentos naturales que ayuden a llevar un estilo de vida más saludable se ha multiplicado en los últimos años. Cada vez son más los compradores que se decantan por productos sin añadidos artificiales que puedan alterar las características originales de los mismos.

Las marcas de alimentación no se quedan atrás y apuestan por comercializar productos naturales sin E-s artificiales para satisfacer la creciente demanda.