Dónde estaba y qué hacía aquel 25 de mayo de 1999 cuando salió a la calle el primer ejemplar de este periódico. Ésta es la pregunta que me formulé al comenzar a escribir. Pregunta que me devolvió la imagen de una adolescente organizando sus aspiraciones. Era el año de mi Selectividad, el mismo año en el que descubriría que lo difícil en esta vida no era elegir, sino descartar. Y con ese descarte llegó la historia a mi vida.

Recordando pienso que si hoy resucitáramos por un momento a Maquiavelo es muy probable que lanzara un tuit argumentando que jamás escribió aquello de que el fin justifica los medios, y es posible que hasta se convirtiera en Trending Topic. Y si hoy Cristóbal Colón se adentrara en aquel gran viaje seguro que integraría sus portulanos en Google Earth y activaría su GPS.Quién sabe. Quizás hubiera hecho hasta un Hangouts retransmitiendo el acontecimiento en streaming. Eso sí, algún avispado Vespucio contemporáneo en Twitter le habría lanzado aquello de que no había llegado a las islas de Asia sino a un nuevo continente.

Y avanzando en el tiempo, es muy probable que la publicación de una imagen del hijo de María Luisa de Parma y Carlos IV junto a Godoy, hubiera desatado en Facebook los comentarios malintencionados sobre la posible cornamenta del monarca. Divagaciones llevadas al extremo pero que me permiten ejemplificar la relación tan estrecha entre el pasado y el presente, la relación entre la historia y el periodismo. La imagen sería la de una línea que converge en la necesidad de contar historias, de narrar lo sucedido, de difundir los acontecimientos y cuya diferencia es el factor tiempo. Es un continuo salto en el tiempo el que da el ser humano, moviéndose entre la eternidad de la historia y el carácter efímero de la actualidad informativa. Y a medida que avanza la tecnología, el carácter efímero más se intensifica.

El internet de las cosas

El mismo año que este periódico también lo hacía la expresión del internet de las cosas, y aunque lo hacía refiriéndose a otro contexto, permitía imaginarnos un mundo interconectado. Hoy, quince años después, esta expresión comienza a tomar forma e incluso a tener sentido. La razón la encontramos en los llamados wearables y similares, prendas de vestir y objetos que permiten conectarnos y que nos invitan a imaginar cómo sería la lectura de un periódico a través de las Google Glass o cómo sería fragmentar un periódico y crear uno nuevo a la carta. Una realidad de avance tecnológico que da vértigo (incluso puede llegar a asustar) y cuya consolidación, una vez más, decidirá el ser humano. Sirva de ejemplo como el triunfo de las redes sociales sitúa al ser humano en el centro. Y es que si esta tecnología no hubiera cubierto una necesidad básica sin duda, la habríamos deschado. Pero llegó para quedarse, y con ella, los medios de comunicación encontraron el aliado perfecto para la difusión y construcción de una reputación online.

Comunidad y redes sociales

Ediciones digitales, redes sociales, aplicaciones para la lectura de periódicos....ya no hay un sólo periódico. Hay tantos periódicos como perfiles sociales tengamos. Ante la abundancia de información hoy más que nunca necesitamos un referente que consiga ordenarla. Algo que Google entendió muy bien desde el primer momento al nutrirse de la inteligencia colectiva para hacerlo. Y aunque nadie tenga la certeza de que éste sea el camino, sí que parece tener sentido. Y así comenzamos a explorarlo también en La Opinión de Málaga abrieno nuestro propio ´laboratorio I+D+i´. En él experimentamos con las llamadas narrativas transmedia con el objetivo de tener en cuenta a los cerca de 40.000 usuarios únicos diarios, los casi 34.000 seguidores de Twitter y los 11.700 fans en Facebook. Bajo la sección Enredados de La Opinión comenzamos a crear historias elaboradas con comentarios lanzados en forma de tuits de nuestros propios lectores creando un nuevo relato con entidad propia. Y aunque cerca de un año y medio después La Opinión de Málaga aparezca como el primer medio de España en utilizar herramientas como Storify, o el tercero de Andalucía en influencia social, no hemos inventado nada. Sencillamente seguimos haciendo lo que mejor sabemos hacer:contar historias para el lector y con lector.