Las navidades están a la vuelta de la esquina y uno de los regalos estrella serán, sin lugar a dudas, los teléfonos móviles tanto para mayores como para pequeños. Y es que los niños, cada vez más familiarizados con las nuevas tecnologías, reclaman ya a edades muy tempranas su propio 'smartphone'. No se conforman con realizar y recibir llamadas, quieren un teléfono con cámara, acceso a Internet, WhatsApp€ Pero un teléfono inteligente en manos de un menor requiere de mucha responsabilidad, por lo tanto es conveniente que los padres sepan a qué edad están preparados los niños para usar estos dispositivos y les inculquen unas normas de uso para evitar peligros.

En España, la edad media de adquisición del primer móvil se sitúa entre los 10 y los 12 años. Con respecto a la edad de acceso a 'smartphones', se produce a los 13 años, según el 'Estudio sobre hábitos seguros en el uso de smartphones por los niños y adolescentes españoles', elaborado por el Instituto Nacional de Tecnologías de la Comunicación (INTECO), que aconseja retrasar lo máximo posible la compra del primer teléfono.

La realidad refleja que el 30% de los niños/as españoles de 10 años tiene ya móvil. A los 12 años, este porcentaje alcanza el 70% y se dispara hasta el 83% a los 14. Pero la edad de inicio en las nueva tecnologías es mucho más temprano. Así, los niños de 2 y 3 años usan habitualmente los 'smartphones' y tabletas de sus progenitores para jugar, pintar o colorear a través de diversas aplicaciones, e incluso para ver series infantiles o vídeos de Youtube.

Vistos estos datos, ¿cuál sería la edad recomendada para regalar el primer móvil a nuestros hijos? Cuando han alcanzado un cierto grado de madurez y responsabilidad, esto es, según los expertos, entre los 13-14 años. "El inicio de la pubertad y el proceso de independencia que se inicia a partir de esta edad podrían en todo caso ser elementos justificativos de su compra, si bien siempre en el marco imprescindible del control parental", indica un informe del Defensor del Menor de la Comunidad de Madrid.

Es además una franja de edad en la que ya tienen un círculo consolidado de amistades y cuando comienzan a formarse los primeros grupos de WhatsApp, por lo que carecer de 'smartphone' puede implicar el riesgo de quedar fuera de este canal de comunicación que se ha vuelto imprescindible.

No obstante, se podría adelantar su compra "si está justificada por situaciones o circunstancias personales o familiares que hagan aconsejable la misma", tales como desplazamientos importantes del menor habituales por razón de escolarización u otras causas, enfermedades importantes de miembros de la familia, etc.

En cuanto al tipo de tarifa, prepago o contrato, los padres deben valorar una serie de aspectos (madurez, relación con los adultos de referencia€) y decidirse por la que mejor se ajuste. Una tarifa prepago supone un mayor autocontrol por parte del menor, que deberá gestionar el crédito del que dispone. En cambio, el contrato exige a los padres una vigilancia exhaustiva del gasto, si bien facilita el control de los números a los que se llama.

Fijar unas normas de uso

Una vez que tienen el móvil en el bolsillo, los padres deben fijar unas pautas de uso responsable, y es que una utilización excesiva puede derivar en adicción tecnológica infantil, que lleva a aparejada graves consecuencias (aislamiento, fracaso escolar...).

Hay que acordar una serie de reglas, como desconectarlo una hora antes de acostarse y no dejar que se lo lleven a la cama, mantenerlo siempre apagado durante las horas de clase, establecer unos tiempos de uso y un límite mensual de gasto. Estas normas pueden ir revisándose conforme al avance de la tecnología y al propio desarrollo del menor.

Es muy importante también que los padres prediquen con el ejemplo. Si queremos inculcar al menor que no es conveniente estar siempre pendientes de los mensajes o notificaciones que nos puedan llegar al terminal, debemos procurar nosotros mismos no hacerlo.

Los progenitores deben además ejercer una función de vigilancia y educación, en el sentido de supervisar las aplicaciones o archivos que los menores se descargan, explicándoles que deben dar preferencia a las procedentes de sitios oficiales; ayudarles a borrar de forma segura toda la información almacenada en el dispositivo cuando se vaya a desechar o sustituir; advertirles de que las redes Wi-Fi públicas son menos seguras, y hablarles de las situaciones de peligro a las que se pueden enfrentar.

Con respecto a esto último es recomendable el empleo de las herramientas de control parental con el objetivo de bloquear el acceso a determinados contenidos, la descarga de aplicaciones, reproducción de vídeos o geolocalización del dispositivo.