Encontraron un pequeño cachorro en el jardín de su casa en Australia, llorando, herido. Tenía marcas en la espalda, posiblemente de un ave rapaz que lo hubiera atacado, pero el pequeño sobrevivió. Lo acogieron en su casa y lo cuidaron con mimo. Al llevarlo al veterinario este decidió hacerle algunas pruebas, incluida una de ADN para comprobar su raza. Los resultados sorprendieron a todos. El cachorro, al que habían bautizado como Wandi, resultó no ser un perro ni un zorro, como creían sus dueños. Es un dingo, una subespecie de lobo en peligro de extinción. Wandi está ahora en un santuario junto a otros miembros de su especie creciendo y jugando esperando a que los dingos dejes de estar amenazados para poder vivir en libertad.