Antes del pasado 15 de febrero, la Comisión Europea no se había manifestado en términos tan duros sobre la amenaza que pende por encima de la estratosfera: “Si no encontramos formas de gestionar el tráfico espacial, nuestras actividades espaciales pasadas y presentes pondrán en peligro la seguridad, la protección y la sostenibilidad del espacio ultraterrestre”. Con estas palabras se refería un comunicado conjunto de la Comisión y el alto representante para Política Exterior y Seguridad, Josep Borrell, al peligro de la basura espacial. Hablaba de millares de objetos, -la mayoría en desuso, y la mayoría americanos, rusos o chinos- orbitando el planeta que son “un riesgo real y concreto que afecta a las operaciones rutinarias en órbita día tras día, lo que supone una amenaza directa para la seguridad y la protección del tráfico orbital y la sostenibilidad espacial”.