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La felicidad, por barrios

Acabado el campeonato, empieza una cuesta como la de enero, aunque todavía se hablará unos días de lo que han traído los reyes. Sin embargo, nunca llueve ni hace sol a gusto de todos. Un buen amigo que trabaja en un centro comercial, buen aficionado al fútbol y patriota bastante clásico, confiesa que deseaba que España fuera apeada cuanto antes del campeonato, y con su final se le ha quitado un peso de encima. "Por la mañana los jefes llamaban arreando porque no se cumplía el presupuesto, que ya iba a rastras por la huelga del trasporte, después la jornada de ventas iba bien, pero a partir del atardecer no entraba nadie y se venía abajo la previsión del día". Luego se me queda mirando, echa mano a un cigarrillo para calmarse y añade: "Este campeonato ha sido un calvario, y todo por culpa del maldito Luis Aragonés, espero que se vaya de una vez y España vuelva a ser como siempre".

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