«En el Mercadona sí que abren a las 9 en punto», suelta un dolido votante que por dos veces hace el amago de marcharse a su casa. La cola crece en el colegio electoral del Mercado de Pedregalejo. A las 9 de la mañana, en lugar de abrir, la polícia cerró las puertas. 12 minutos después volvió a abrirlas.

El abogado Antonio Checa, uno de los miembros de una mesa, aclara el enigma: «No había bolígrafos, hemos tenido que hacer entre todos una colecta para que no falten».

El general De Gaulle subrayó en su frase más famosa, la dificultad de gobernar un país como Francia, con 246 clases de quesos. No será tarea fácil gobernar España, no sólo por el gazpacho de partidos, sino por la carencia crónica de bolígrafos en las citas electorales. Hoy lo que abunda es la falta de ellos, en muchas ocasiones porque algunos votantes se los llevan de recuerdo. ¿Son los mismos que piden a los políticos que sean ejemplares?

Lo de Miguel Vertedor es peor: «Vine a las 8, creía que abrían a esa hora». Este votante de Pedregalejo hace cábalas sobre el futuro y lo ve brumoso: «Si se cumplen las palabras de todos los candidatos va a haber unas terceras elecciones generales».

No ha sido el único que en la jornada se teme que nuestros políticos volverán a alcanzar las cotas más altas de ineficacia.

A las 9.30, en la Peña El Palustre, del Palo, los interventores y apoderados de PP, PSOE y Unidos Podemos aprovechan un hueco en la votación para hacerse una foto conjunta. «Juntos pero no revueltos», señala Paco Leal, dirigente vecinal y representante de Unidos Podemos.

Muy cerca de allí, en el Colegio San Estanislao el padre Jesús, jesuita, tiene una mañana de lo más movida. La residencia de los jesuitas, llegados de toda España, se encuenta en en este centro, así que está ayudando a votar a todos los compañeros en silla de ruedas. «Hemos traído a tres y nos quedan dos más», cuenta. En el mismo colegio, el matrimonio formado por Laureano y Sonsoles Rodríguez acude a votar acompañado por sus tres hijos, Paula, Sonsoles y Guille. «En cuanto votemos nos vamos a Arenas de San Pedro, Ávila, a pasar unos días. Son siete horas de coche», explica Laureano.

Pero la tónica esta mañana es la de votar para ir un poco más cerca, a la playa o bien hacerlo al terminar. En el Colegio Nuestra Señora de la Paz, en La Paz, a las 10.30, se ve mucho votante playero y de nuevo, la falta de bolígrafos. «Vamos a tener que comprar una caja de bolígrafos en el chino», comenta Mari Carmen, apoderada de Unidos Podemos, que señala que algún votante se ha tomado bastante mal la falta de estos objetos, indispensables para votar al Senado. Aunque como señala Sergio, apoderado de Ciudadanos: «Mucha gente echa las papeletas del Senado directamente sin marcar».

En el Colegio Nuestra Señora de la Luz, poco antes de las 11 espera Juan Cortés, presidente vecinal y apoderado del PSOE, que se queja de que Unidos Podemos no ha respetado el juego limpio en el barrio: «El jueves empapelaron la sede de la asociación de vecinos, que está recién pintada, es un sitio que todos los partidos hemos respetado siempre», lamenta.

A Juan se le acerca Francisco, vecino del barrio y buen seguidor de los programas de política en televisión. ¿Habrá unas terceras elecciones generales?, Francisco no dice ni que sí ni que no, pero admite que «la cosa está feílla y otras elecciones serían catastróficas».

Los grandes árboles de la antigua finca de Vistafranca guarecen del calor de las 11.15 de la mañana. En el Colegio Infantil Jábega se encuentran el exconcejal Manuel Sánchez Vicioso, apoderado de Unidos Podemos y Margarita, apoderada del PP. Por si lo echaban en falta en esta crónica comentan que vuelven a faltar bolígrafos. «No hay y tengo la cuerda, a ver si encontramos uno. No tenían que ahorrar tanto», señala Margarita. A este colegio ha llegado la noticia de un vocal que ha dejado la mesa electoral en el instituto de al lado, el que lleva el nombre de José María Torrijos. «Ojo, que cometes un delito, eres funcionario público todo el día», apunta Manuel Sánchez Vicioso.

Hacia allí nos dirigimos. Marga, en la mesa electoral en la que falta uno de los miembros, cuenta que es un chaval joven y que ha aducido que tenía que ir al juzgado hoy domingo. Al parecer, aseguró que estaría de vuelta a las 10 pero no regresó. «Fueron a buscarlo, salió el padre y dijo que su hijo había bebido, al rato ha venido su novia con un papel del médico que decía que estaba enfermo», resume. Son los riesgos del directo, que dirían en la televisión.

A las doce menos cuarto hay muy buena entrada en el Centro Ciudadano Tres Cruces, en Nuevo San Andrés. Acaba de votar Juan González, de 82 años, que ha pasado tres décadas de su vida en Marsella. Allí marchó de emigrante para ganarse la vida y estando en el país vecino, cuenta que nunca falló a la hora de votar. «Tenía que desplazarme a cien kilómetros de Marsella para ir a votar. He votado a Suárez, a González... votar me ha costado el dinero». A su lado se encuentra Antonio, otro vecino, que comenta que no ve nada claro que no haya nuevas elecciones este mismo año. «Me temo que sí. Somos mucha gente para ponernos de acuerdo», aventura.

En la puerta del colegio, por cierto, un grupo de jubilados mantiene una viva discusión, pero no hablan de política sino del papel de Iniesta en la selección. Suerte ante Italia.

Hay lleno en la Asociación de Vecinos Galerías, en Dos Hermanas. Es el mediodía y Francisco, apoderado del PP, comenta que de 10 a 12 ha entrado una oleada de votantes y casi no se cabe. «Puede que sea la playa o la participación. El caso es que llevamos así dos horas».

Media hora más tarde, en el Instituto Salvador Rueda de Los Corazones, Juanma, apoderado de Unidos Podemos, explica que la constante de la mañana son las dudas por el Senado de algunos votantes. «El papel marrón va en el sobre marrón?», preguntaba un veterano en La Luz. Quien no tiene dudas es Rafael Téllez, que acaba de salir del colegio y en las elecciones generales de diciembre fue presidente de mesa: «Entonces, nada más salir a las 11 de la noche dije a mis compañeros que iba a haber unas segundas elecciones y todos me dijeron que cómo podía ser. Ahora digo que va a pasar lo mismo, vamos a unas terceras elecciones», sentencia.

A la una de la tarde el colegio Domingo Lozano de Carranque también presenta carencia de bolígrafos y no parece efecto del Brexit. «Vamos detrás y los vamos prestando», señala Carmen, interventora del PSOE. A la 1.30 nos pasamos por el Llano de Doña Trinidad, donde en una vivienda social repleta de escaleras tienen su casa Inmaculada Sarmiento y Juan Navarro, los padres de Alejandro, el paralítico cerebral a quien un empresario de Ibiza quiere regalarle una casa adaptada. Juan e Inma cuentan que votarán sobre las 7 en el Conservatorio Superior de Danza. Los dos están en paro y viven con los 400 euros de la pensión de su hijo. «Al proximo gobierno le pedimos más trabajo y más viviendas adaptadas para personas con discapacidad. Y que esto mejore, que va cada vez peor», subraya Juan. Así ha sido la mañana electoral en una ciudad que barrunta nuevas elecciones este año y que tiene dificultades para votar al Senado porque bolígrafos, haberlos haylos, pero no es que abunden.

En Canillas, con papeletas en 2015. Una de las anécdotas de las elecciones en la provincia se produjo en Canillas de Aceituno. Este municipio axárquico se tuvo que interrumpir la votación unos minutos al percatarse de que había papeletas del Senado de 2015. La orden desde la Administración es tajante respecto a la destrucción de papeletas cuando acaban unas elecciones. Al percatarse del error, la votación se interrumpió y se apartó la urna en la que se depositaron estos votos.