La foca del ártico encontrada hace dos días en la desembocadura del río Guadalmedina y capturada en la playa en la noche del martes evoluciona bien y tiene muchas posibilidades de salir adelante.

Tras pasar las primeras 24 horas en observación en las instalaciones del Centro de Recuperación de Especies Marinas Amenazadas (Crema), el mamífero nadaba tras los exámenes médicos en la piscina y se recuperaba poco a poco. Finalmente se trata de una foca de cascos, tiene entre cuatro y cinco meses y pesa 25 kilos, la mitad de lo que debería.

Tras hacerle una radiografía, pudieron observar cómo el animal ha ingerido durante su periplo de miles de kilómetros varias piedras y además tiene gastroenteritis.

La foca fue avistada por primera vez el lunes por la noche en la desembocadura del río, en el centro de la capital malagueña, aunque no pudo ser capturada hasta anoche, cuando el animal se acercó hasta la orilla.

Juan José Castillo, veterinario del CREMA, ha informado a Efe de que la radiografía realizada a la foca ha revelado que no había ingerido piedras, como se temía, aunque se está a la espera del resultado de otras pruebas como una analítica de sangre.

Se trata de un ejemplar macho que podría haber llegado desde el Ártico, a unos 4.000 kilómetros, arrastrado por las corrientes marinas y quizás por una desorientación.

Este experto no descarta que pudiera haber más focas en la zona, ya que cuando se producen avistamientos de este tipo a veces son de más de un ejemplar.

La cría se encuentra "débil", aunque todavía no se puede decir si su vida corre peligro, a falta de los análisis pendientes, y en caso de recuperarse satisfactoriamente "habría que ver la forma de devolverla a su medio ártico", ha apuntado Castillo.

Esta especie se nutre de peces, por lo que no ha debido de tener problemas para alimentarse en su trayecto desde el Ártico hasta la desembocadura del río Guadalmedina.