El exalcalde de Marbella Julián Muñoz, que fue trasladado este pasado viernes desde la cárcel malagueña de Alhaurín de la Torre al hospital Universitario Virgen de la Victoria de Málaga capital, sigue estable y ha pasado la noche sin incidencias, según han informado fuentes hospitalarias.

Muñoz no gana para sustos últimamente. Si el martes sufrió un amago de infarto en el patio de la cárcel de Alhaurín de la Torre, a las cuatro de la tarde de ayer ingresó en el Hospital Clínico Universitario de la capital malagueña por un nuevo desvanecimiento. Los médicos sospechan que se trata de una nueva crisis de corazón, según fuentes sanitarias, que no precisaron con exactitud el tipo de afección cardiaca del penado.

El exalcalde pasó varias horas en el área de observación de las Urgencias del Clínico, donde se le realizaron varias pruebas médicas para comprobar la gravedad de su situación.

Éste es el segundo episodio de amago de crisis cardiaca en una sola semana. El martes, como adelantó La Opinión de Málaga en su edición digital, sufrió un desvanecimiento en el patio de la prisión provincial de Alhaurín de la Torre, pero no fue trasladado al hospital al ser estabilizado en la enfermería del centro penitenciario por los médicos.

Su estado de salud, con casi setenta años, no es el mejor, de forma que se le ha dispensado de acudir a todas las sesiones del juicio del caso Fergocon, que estos días se celebra en la Audiencia Provincial de Málaga. Por primera vez, reconoció ser culpable de los hechos que se le imputaban. Él mismo le dijo al tribunal que «físicamente» no iba a poder aguantar la asistencia diaria al plenario, y relató que en ocasiones ha de salir al hospital, bien para pruebas programadas bien para ser atendido de sus diversos problemas de salud.

La Audiencia de Málaga anuló el 3 de septiembre pasado el tercer grado que se le concedió por «enfermedad grave e incurable», ya que la Sala consideró que su estado no era terminal y podía aún blanquear «las ingentes» cantidades de dinero que no se han recuperado, recordando los magistrados que sus penas sumaban trece años y 12 meses. El juez de Vigilancia Penitenciaria consideró que había una «alta probabilidad» de sufrir una muerte súbita, y que entre sus dolencias se cuentan una cardiopatía, diabetes e insuficiencia venosa.