En aquellos tiempos, la Palestina de hace más de 2.000 años, el mundo era plano y América no cabía en la imaginación de nadie. Por fortuna, la magia de la Navidad y las manos expertas de la belenista Mari Luz Calderón han corregido el error e instalado en el colegio de Belén un aula con pupitres, un esqueleto, la estrella de David y en la mesa del profesor una bola del mundo como mandan los cánones desde el siglo XV: redonda y con los cinco continentes.

Un año más, y van siete, Mari Luz, conserje desde hace 18 años del Colegio público Pablo Ruiz Picasso, se ha encargado de realizar ella sola el Belén del centro. Su abuela, Concha Fernández, a la que no conoció porque tenía cinco meses cuando murió, ya era belenista: «Según me contaba mi madre, mi abuela hacía todo con telas, hasta el huerto, con los ajos y los tomates».

Pero la mano de artista también le viene de su padre, Juan Calderón, recién fallecido, a quien sucedió como conserje en el Pablo Ruiz Picasso. «Estuvo aquí 20 años, desde que se inauguró el colegio». Y para dar fe de la maña de su padre muestra un pared: «Cuando alicataron el colegio faltó para alicatar, así que mi padre lo imitó con pintura», cuenta. Pese a que han pasado años es casi imposible distinguir, como no sea con el tacto, la pared alicatada de la que no lo está.

La mayoría del Belén ha salido de los tiempos muertos en la conserjería y todo de las manos de Mari Luz Calderón, que ha llenado de detalles reales todo el Nacimiento: «Los panecitos están hechos de pan de horno de verdad; el gallinero tiene plumas de verdad; las especias también son reales y el pelo de la barbería lo cogí de una barbería», enumera. Por ser reales, hasta los excrementos del palomar. «Los cogí del patio», explica con una sonrisa.

En este Belén los pastores fabrican algodón de azúcar, piden limosna (las monedas están hechas con lentejitas) y como detalles malagueños venden biznagas y pescados en cenachos.

Como detalla, en cuanto llega octubre comienza a trabajar en la ampliación del Nacimiento. Si se trata de construcciones, las talla en corcho. El suelo de barro por ejemplo, lo simula con corcho y un soldador. Y en cuanto a las palmeras están hechas de corcho, papel y los dátiles «unas veces con cola, alambre y arroz».

Lo único que no ha salido de sus manos son las figuras, de 14 y 17 centímetros (de este último tamaño la mayoría), que van adquiriendo entre los padres y profesores.

En un colegio como el Picasso, con alumnos hasta los 12 años, todas las miradas se dirigen al Belén de Mari Luz. «A los niños les encanta», confiesa. Pero las habilidades artísticas de la conserje también se dejan notar en Semana Santa, de hecho, hasta ahora ha hecho seis tronos en miniatura que se exponen cuando llegan las fechas.

El trono del Cautivo con adornos de las bandejas de dulces, el manto de la Virgen de las Penas aderezado con los madroños de los trajes de goyescas... Mari Luz Calderón es una artista que crea para su colegio. Un trabajo en el que no deja de innovar porque, pensando ya en el Belén de las navidades de 2016, «ya tengo en mente lo que quiero hacer».