El Málaga CF. ¿Quién lo iba a decir hace sólo cinco años? Pero ésta es la triste, cruda y dura realidad del fútbol. Es duro, muy duro. Pero es lo que hay. Y más vale que nos acostumbremos. La cosa está así. La realidad de un Betis que ha sabido refundarse, apoyado por el tejido empresarial sevillano, por más de 50.000 abonados y saliendo reforzados de la era del postLoperismo y la ley concursal. Aquí, en Málaga, mientras el empresariado, la política y las redes sociales arden en banalidades y gritan en silencio, estamos abocados a lo que siempre fuimos. A subir y bajar. Nuestro club desapareció en 1992 por no poder reunir 2.500 millones de pesetas (15 millones de euros) necesarios para convertirse en Sociedad Anónima Deportiva. Se acostumbra a vender el club al primer inversor foráneo que pase por la puerta de La Rosaleda, llámese Asensio, Sanz o Al-Thani. Cientos de golpes en el pecho después de ese tejido empresarial mudo y de esa clase política olvidadiza, con miles de abonados menos y todo un mundo de rencor, inquina, celos y prepotencia tuitera, el Málaga se va por el sumidero. Volvió a demostrar anoche en el Villamarín por qué es un equipo de Segunda. Por qué no es capaz ni de traspasar el farolillo rojo a Las Palmas. Y no fue el peor Málaga del curso, ni mucho menos. Pero, a estas alturas, ya poco importa. Hoy se dirá que salvó el orgullo, que dio la cara, que defendió el escudo, que... palabrerío. Hechos son hechos: 20 puntos en 35 partidos, cinco triunfos y ser la vergüenza de todo el fútbol español. El ridículo es histórico. Qué pena de Málaga y qué hartura de Al-Thani y todo lo que huela a jeque.

Perdió el Málaga 2-1 ante el Betis, sin hacer un mal partido. Al menos, no tan malo como nos ha tenido acostumbrados en esta temporada de pesadillas. Dos estilos pero dos sistemas idénticos se vieron las caras en el impoluto césped verdiblanco. José González varió su 4-4-2 para amoldarse al Betis de Quique Setién, que actúa habitualmente con tres atrás, dos carrileros y un centro del campo muy poblado. José calcó ese sistema, con una disposición muy similar, pero con una tipología de futbolistas diferente. Setién pobló la medular de tipos creativos y apostó por combinar el balón. El Málaga, como hace desde que llegó el entrenador gaditano, apostó por el músculo y por las carreras de sus velocistas arriba. Sí que hubo alguna diferencia. Lestienne y Success son hoy, 1 de mayo, futbolistas muy diferentes a los que aterrizaron en las últimas horas del cierre del mercado invernal.

Lestienne está rápido y pica como una víbora. Success ha cambiado el McDonalds por la herboristería, y tuvo detalles notables, aunque le sobraron 15 minutos. Anduvo lento el míster. O conformista. Que no se sabe ya, a estas alturas, qué es peor. Uno de esos detalles permitió que En-Nesyri. Un 0-1 esperanzador. Pero que le duró muy poco al Málaga.

El equipo hizo lo más difícil. Ya tenía un botín que defender. Pero menos de cinco minutos después, y con un único acercamiento previo bético, con un lanzamiento al larguero de Barragán al cuarto de hora, el Real Betis empató. No fue mérito de Durmisi. Fue demérito de Rosales. El venezolano, capitán anoche (qué penita...), el que le regaló el gol. En un error grotesco e imperdonable para un futbolista profesional, el lateral, un habitual de la cadena de horrores de este infame curso blanquiazul, volvió a quedar retratado. Resulta imposible competir así. Dando estos regalos. Permitiendo a un rival que se juega Europa empatarte sin apenas trabajarse el gol. Rosales demostró que el circo aún sigue abierto, que no cierra ni por descenso. Una verdadera pena porque el Málaga, sin hacer nada extraordinario, estuvo a un nivel digno. Juntitas las líneas, con tres atrás, Lacen y Adrián en la medular y con libertad e intercambio de movimientos arriba con Success (derecha), En-Nesyri (centro) y Rolan (izquierda). Incluso el punta marroquí llegó a marcar antes de enfilar los vestuarios. Pero lo hizo en fuera de juego. Fue Adrián el que se atrevió a acercarse al balcón del área bética y el que puso un balón estupendo para el desmarque del canterano. Pero En-Nesyri no midió los tiempos y estaba un metro por delante del último defensor verdiblanco. La primera parte se cerró con un centro tras falta a Success en la continuación del área grande por el carril zurdo que Rosales puso de forma mansa, sin crear el más mínimo atisbo de peligro, en las manos de León.

El arranque de la segunda parte permitió ver de nuevo al mejor Lestienne. Una llegada hasta línea de fondo habilitó a Isaac Success en el área pequeña. Pero el africano no estuvo listo y no llegó a un balón que olía a gol desde que salió de la bota izquierda del belga.

Y fue de nuevo Lestienne, tras dos cambios de Setién para darle aire al equipo bético, quien tuvo la opción de mover el marcador. El futbolista belga condujo un contragolpe con superioridad malaguista. En-Nesyri y Success no se entendieron y Rolan por la derecha pidió el balón. Y hacia el uruguayo iba la bola. Pero Success, al que le sobraron 15 minutos, se interpuso, en fuera de juego. Estaba cansado el africano. Agotado. Muerto. Pero José no se atrevió a mover ficha. Y por su banda, unos minutos después, se gestó el gol de la remontada del equipo sevillano. El balón cambió a la derecha y Fabián, con Miquel y Adrián a dos metros, tuvo tiempo de posicionarse y mandar un zurdazo pegado al palo derecho de Roberto, que sólo pudo certificar el segundo tanto local.

Con 2-1, José sí que movió el banquillo. Success, 15 minutos después de lo que las fuerzas y la lógica recomendaban, se marchó. Entró Ideye por él. Y, minutos después, Bueno entró por otro exhausto Rolan. Y luego Samuel. Pero ya no hubo nada que hacer. El Málaga acudió a la fiesta europea del Betis, que dio la vuelta al campo para celebrar el éxito. Como ocurría en La Rosaleda hace sólo unos años. Todo da mucha pena. Al-Thani y sus decisiones, sus lugartenientes aferrados al poder, los aprovechados y algún miserable, y la preocupadísima clase política y empresarial malagueña.