­Al verse en el paro, Mari Carmen Vizcaíno, de 40 años, decidió hace seis años emprender un negocio: un parque de bolas recreativo en Antequera. Lo invirtió todo en su idea empresarial como muchos, pero nunca vio frutos en un negocio fallido que en lugar de un sueño se convirtió en su peor pesadilla.

Su marido dejó el trabajo en la construcción para dedicarse al negocio y la desgracia no tardó en llegar. El riesgo de ser emprendedor la llevó a la ruina. Tal ruina que, poco después, ante la imposibilidad de pagar su hipoteca le quitaron la casa que años antes compró en el barrio de los Remedios de Antequera.

Mari Carmen, junto a su marido y su hija de 14 años, residen en una vivienda de VPO de Cartaojal y desde hace un mes reciben alimento del comedor social de Antequera. «Ahora hemos visto un poco de luz en mi casa, porque han llegado momentos en los que no tenía nada para ponerle a mi niña de comer», explica.

«No tenemos ningún ingreso y vivimos de la caridad. Es una impotencia muy grande. Nos vemos negros para pagar la luz y el agua pidiendo en un lado y en otro», cuenta Mari Carmen con lágrimas en los ojos. Aún así afirma que «la esperanza es lo único que se pierde», aunque lamenta los problemas psicológicos que le está acarreando a su hija la situación que están viviendo.

Por desgracia, Mari Carmen carece de familiares que la ayuden. Es huérfana de padre y de madre y no tiene hermanos y «mi marido, como si no tuviera familia».