Elecciones en Andalucía

Espadas escribe otra versión de «las amistades peligrosas del PP»

El candidato andaluz del PSOE insiste en la relación de Moreno con Vox para obviar las declaraciones de Adriana Lastra que vincularon con «mangantes» y «narcos» a los populares

Cristóbal G. Montilla

Cristóbal G. Montilla

A estas alturas de la carrera electoral andaluza, Juan Espadas  se fía más de los talismanes que de las encuestas. Un año y diez días antes, el ahora candidato socialista a la presidencia de la Junta acudió al Parque Huelin de Málaga para protagonizar un mitin, en vísperas de la campaña de las primarias en las que derrotó a Susana Díaz. Ahora, a pocas jornadas de la gira oficial de los comicios del 19-J, regresó al mismo vergel y se permitió algunas licencias para esquivar el charco que pisó el domingo, en otra visita de precampaña que incluyó una romería costasoleña, la número 2 de Ferraz, Adriana Lastra. A Espadas le resultó más cómodo escribir otra versión de «las amistades peligrosas del PP». Prefirió completar la trilogía sin pronunciarse sobre las dos entregas anteriores. El candidato andaluz del PSOE insistió en la relación de su adversario del PP andaluz, Juanma Moreno, con Vox para obviar las declaraciones de la vicesecretaria general que vincularon con «mangantes» y «las amistades peligrosas con narcotraficantes» al partido radicado en la madrileña calle Génova.   

El exalcalde de Sevilla usó para justificar su silencio «los muchos kilómetros acumulados» en su periplo electoral sureño y atribuyó a «la distancia» el hecho de que no hubiera tenido conocimiento de esas afirmaciones que el mismo domingo por la tarde habían dado la vuelta a España. «No las conozco», reiteró por activa y por pasiva a los periodistas después de que le preguntaran si suscribía tales manifestaciones.

Espadas saltó al hipotético pacto del PP y Vox que también puede darse con el ‘19-J’ y sostuvo que «para amistades peligrosas las que tiene Moreno Bonilla con la ultraderecha de Vox; los votos a Moreno van al bolso de Olona». «Si le tiene miedo a los debates, que por lo menos venga conmigo a un notario y firme ante él que no va a gobernar con la ultraderecha, como está haciendo su partido en Castilla y León», agregó recurriendo a su cantinela más prolífica. «Este es Gobierno andaluz es el más inepto de toda la historia autonómica», insistió.

En la misma tierra en la que los dirigentes del PSOE de Málaga presumen de tener un ‘as de Espadas’ muy visible para ganarle al PP y ninguna otra carta guardada en la manga, Espadas confió en darle la vuelta en las calles de Andalucía a las encuestas que estancan a la formación de socialista en las proximidades de los 33 escaños con los que ganó de forma baldía las anteriores elecciones andaluzas la posteriormente ‘sacrificada’ Susana Díaz.   

Horas después de que el sondeo del CIS andaluz insistiera en este vaticinio, el candidato del PSOE proclamó que «las encuestas son encuestas» y apuntó una vez más que los sondeos que realiza el Ejecutivo autonómico los «cocina en su casa» el portavoz de la Junta y flamante coordinador general de nuevo PP de Feijóo, el malagueño Elías Bendodo.

El líder socialista habló de esta guisa instantes antes de que se diera un baño de militantes malagueños como el de aquella vez, en la que muchos ‘susanistas’ que ahora sí estaban se ausentaron parapetados por los tambores de la guerra fratricida que resonaban al sur en el microcosmos político del ‘puño y la rosa’. 

Al llegar, Espadas asumió el rol estelar que, desde una hora antes, estaba desempeñando con una ilustrativa sonrisa de anfitrión el número 1 de la lista al Parlamento de Andalucía por Málaga, el abogado ‘espadista’ Josele Aguilar. Su elección y la de la rondeña Isabel Aguilera como número 2 dan una idea de la limpieza llevada a cabo entre los anteriores parlamentarios andaluces. Alguno de ellos rondaba por allí. Al igual que el número 3 de esta candidatura y antaño ‘susanista mayor’ de Málaga, José Luis Ruiz Espejo, quien pactó con Espadas su continuidad antes de cederle el liderazgo orgánico provincial al ‘converso’ Dani Pérez.   

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